Aborto: ¿sirve la fórmula Orban?
Estamos en año electoral y los debates, o falsos debates, políticos se suceden a una velocidad pasmosa. A menudo son jugadas tácticas para ganar un pequeño espacio informativo. La polémica en torno al protocolo (aprobado/no aprobado) en Castilla y León para las mujeres embarazadas que quieren abortar se diluye sin que se haya abordado la cuestión de fondo.
Vox necesita hacerse un hueco para evitar el desgaste. Lo ha encontrado, al menos durante unos días, proponiendo “la fórmula Orban”. Los médicos estarían obligados a ofrecer a la mujer embarazada escuchar el latido del feto. Al PP el tema le ha resultado muy incómodo porque no quiere ser identificado como un partido antiabortista. Cuando gobernó no cambió la ley que recurrió al Tribunal Constitucional. El PSOE ha pretendido ganar terreno alentado el miedo, sobre todo entre las mujeres, a la alianza del PP con Vox.
España es uno de los países de la UE donde más abortos se realizan al año: más de 100.000. Tres de cada cinco embarazos de mujeres de menos de 20 años acaban en aborto. Uno de cada de tres embarazos de mujeres inmigrantes acaben en aborto. Y estamos, en gran medida, ante un problema social: más de la mitad las mujeres que acuden a los centros sanitarios para abortar lo hacen por problemas económicos.
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La evidencia del valor de la vida en España se ha disuelto. Las encuestas reflejan que hace 40 años, cuando la democracia daba sus primeros pasados, el aborto era rechazado por el 60 por ciento. Ahora es apoyado por el 70 por ciento. Una tragedia. La inmensa mayoría de las mujeres están a favor porque no aceptan “el enfoque paternalista” de quienes se sitúan en contra. Prohibir el aborto o intentar limitarlo normalmente es interpretado como una forma de señalar a las mujeres lo que deben hacer. Las mujeres no están necesariamente a favor, pero si están a favor de poder decidir.
Mientras faltan políticas sociales para que las mujeres que quieran ser madres lo puedan ser, se presentan pretendidas “soluciones” encaminadas a corregir lo que se considera un vicio en el consentimiento.
Tener energía y claridad para seguir adelante con un embarazo no deseado exige una certeza, una compañía, una estabilidad en las parejas y unas condiciones económicas cada vez más escasas. Difícilmente se recupera esa certeza haciendo abstracción de la situación histórica e interviniendo “desde fuera” para enfocar bien la libertad.
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