A la espera de un nuevo escenario político

España · Pablo Martín de Santa Olalla Saludes
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3 octubre 2013
Tras casi dos años completos sin convocatorias electorales a nivel nacional, nos vamos adentrando poco a poco en una nueva vorágine electoral que debe pasar primero por las europeas de 2014, y luego por las autonómicas y municipales, así como por las generales, ambas en principio en 2015 si no hay adelanto electoral. Elecciones que deben ser decisivas para cambiar la realidad política de este país, en un momento en el que el bipartidismo comienza a tocar a su fin.

Tras casi dos años completos sin convocatorias electorales a nivel nacional, nos vamos adentrando poco a poco en una nueva vorágine electoral que debe pasar primero por las europeas de 2014, y luego por las autonómicas y municipales, así como por las generales, ambas en principio en 2015 si no hay adelanto electoral. Elecciones que deben ser decisivas para cambiar la realidad política de este país, en un momento en el que el bipartidismo comienza a tocar a su fin.

Los españoles están cansados en su mayoría de ver más de lo mismo. A los votantes del PP no les consuela el tema de los falsos ERE de Andalucía, porque saben que el caso Bárcenas ha dañado, y mucho, la credibilidad de su partido: por mucho que los delitos hayan podido prescribir, la realidad es que los dirigentes del PP (con alguna honrosa excepción) han demostrado ser bastante más honestos de lo que ellos vendían ser. Mientras, a los votantes del PSOE les pasa también lo mismo: Bárcenas no es suficiente para olvidar que en Andalucía ha habido un fraude de dimensiones descomunales protagonizado por su el PSOE y por su sindicato “hermano”, la UGT.

A todo ello hay que sumar el problema del liderazgo. Rajoy de momento se mueve cómodo en la mayoría absoluta, sabiendo que nadie se va a atrever a romper la disciplina de voto a no ser que esa persona pretenda salir definitivamente de las listas electorales. Tiene enfrente a un líder, Pérez Rubalcaba, que no genera ninguna ilusión entre sus votantes y que está demasiado “quemado” de tantos años en primera línea. Ambos, Rajoy y Rubalcaba, aunque parezcan el presente, realmente representan el pasado, y están ahí para evitar que se produzca una auténtica regeneración de la democracia, ya que eso supone hablar de la corrupción generada por treinta años de bipartidismo: en definitiva, hablar de los suyos.

Rajoy quiere vendernos que ha llegado el fin de la recesión y que estamos en el buen camino de la recuperación económica. Pero tiene un problema muy serio, y es 5 millones de parados (27% de la población activa) a los que no sabe cómo encontrarle trabajo. Está muy bien que la prima de riesgo pueda situarse en el entorno de los 200 puntos; y que el PIB el año que viene puede llegar a crecer incluso un 1%, pero con ello no se soluciona el problema del desempleo. Y si no se soluciona el problema del desempleo, entonces vendrán nuevos problemas, como el pago de las pensiones, porque en España hay menos de dos personas trabajando por cada persona jubilada que está esperando a recibir la pensión que se ha ganado con el trabajo de toda una vida, y eso genera un desequilibrio en las cuentas que no se puede solucionar con un simple “le tendremos que bajar la pensión”.

Mientras, Rubalcaba espera a que llegue su fin político, pero este difícilmente se producirá antes de las europeas de 2014. A partir de ahí no tendrá más remedio que convocar un Congreso extraordinario o primarias para elegir Secretario General, pero en el fondo importa bastante poco, ya que sus posibles recambios se mueven todos ellos en la mediocridad (Carmen Chacón, Eduardo Madina, etc.). El único que parece con mediano empaque es Patxi López, aunque sólo sea por el hecho de haber sido Presidente de una Comunidad Autónoma (la vasca).

Sabiendo que muy poco o nada se puede esperar tanto de PSOE como de PP, la pregunta es quiénes van a ser los beneficiados de la más que previsible debacle política de las dos formaciones nacionales más corruptas del país. Los mejores posicionados en este momento son Izquierda Unida (IU) y Unión, Progreso y Democracia (UPD). Los primeros tienen un problema, y es haber permitido a Griñán, y con ello al PSOE, seguir gobernando en Andalucía. Mientras, UPD necesita encontrar candidatos suficientemente atractivos, caras nuevas que nada tengan que ver con nuestro pasado político reciente. Y, aparte de ellos, ¿qué más? Lo veremos en los próximos meses. Hay distintas plataformas reivindicativas que están pensando en concurrir a las elecciones bajo unas siglas políticas: ojalá sea así, necesitamos más que nunca aire fresco en el putrefacto ambiente político actual. Mientras PP y PSOE se entretienen hablando de las vergüenzas del otro, algunos deben saber que muchos ciudadanos españoles quieren seguir creyendo en la democracia y para eso es imprescindible una nueva generación de políticos que venga dispuesta a regenerar el sistema. El tiempo lo dirá.

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