Entrevista a Pierbattista Pizzaballa

´A algunos judíos les fascina la figura de Jesús´

Mundo · Aldo Cazzullo
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17 mayo 2019
Estamos delante del santo sepulcro con el hombre que lo custodió durante doce años, hasta que el Papa lo nombró arzobispo, confiándole el patriarcado de Jerusalén, “donde soy una especie de comisario prefecto”, dice con una sonrisa Pierbattista Pizzaballa.

Estamos delante del santo sepulcro con el hombre que lo custodió durante doce años, hasta que el Papa lo nombró arzobispo, confiándole el patriarcado de Jerusalén, “donde soy una especie de comisario prefecto”, dice con una sonrisa Pierbattista Pizzaballa.

Lleva 29 años en Jerusalén, ¿cómo es ser cristiano hoy en el lugar donde Cristo fue crucificado?

No somos perseguidos, como en Siria e Iraq, ni nos hemos extinguido como está sucediendo en el norte de África y en Turquía.

Pero después de la Segunda Guerra Mundial, en Palestina el 20% de la población era cristiana, ahora no llega al 2%.

Los cristianos tienen menos hijos. Y muchos se han ido a Occidente o América Latina. Tal vez la Providencia nos quiere pequeños. La época en que estamos en el poder, el tiempo de los bizantinos y los cruzados, fue la más difícil.

El Evangelio se pregunta si cuando vuelva el Hijo del hombre encontrará fe en la Tierra.

Sí, la encontrará. Como una comunidad recogida, vital y muy valiosa.

¿El Evangelio se refería al planeta o a Tierra Santa?

En Jerusalén, yo he aprendido que no se trata de elegir sino de sumar. Valen ambas cosas.

¿Realmente Jesús fue crucificado y sepultado aquí?

Pruebas científicas no las tendremos nunca. Pero es una creencia que dura ya dos mil años. Tenemos la tradición bíblica, la coherencia desde entonces hasta hoy, y el reconocimiento oficial de la Iglesia.

¿El Gólgota y la tumba no están demasiado cerca?

Era un lugar dañado, justo fuera de los muros, un lugar de muerte. Es verosímil que los sepulcros estuvieran en el lugar de la ejecución. Lo cierto es que se encontraron muchas cruces. Según la tradición, hicieron que las tocara un enfermo y la cruz verdadera le devolvió la salud.

¿Usted siente una fuerza especial en este lugar?

Sí, sobre todo de noche, cuando hay menos gente.

A veces la multitud es insoportable. Ahora mismo hay una mujer haciéndose un selfie delante de la cruz.

Algunos son turistas, no peregrinos. A veces se convierte en un mercado. Pero la intensidad de la fe de muchos contribuye a la potencia del lugar.

¿Quién es Jesús para los judíos?

Hay todo un abanico de posturas. Algunos lo consideran un falso profeta y aborrecen su nombre. A otros les fascina. Muchos defienden que un judío cambió la historia. Y hay una comunidad de judíos mesiánicos convencidos de que Jesús era realmente el mesías.

¿Usted se encuentra con ellos?

Sí, pero no reconocen a la Iglesia. Su idea es devolver a Jesús a los judíos. Algunos están fascinados y me hacen muchas preguntas sobre nuestra religión, pero no es fácil de entender. En parte por los contrastes seculares entre cristianos y judíos, en parte también por los dogmas.

¿Qué es lo más difícil de explicar?

La resurrección. Es durísimo hacer que acepten la resurrección de la carne. Una amiga judía me dijo: “Jesús es un personaje extraordinario, y lo seguiría siendo aunque no hubiera resucitado”. Pero sin la resurrección de Cristo –le respondí–, no existiría el cristianismo.

También hay católicos de lengua hebrea, ¿no?

Sí. Muchos nacieron aquí de inmigrantes filipinos e indios. Para ellos he traducido la liturgia al hebreo.

La Iglesia es considerada tradicionalmente filopalestina.

Bueno, es una Iglesia compuesta por árabes palestinos…

Pero usted siempre ha prestado gran atención al judaísmo y a Israel.

Claro. En general, las cosas están evolucionando mucho. Francisco sigue el surco de Wojtyla y Ratzinger.

¿Pero usted cree posible la paz en Tierra Santa?

Paz es una palabra quemada. Todos estamos cansados de la retórica de la paz. No son cartas que firmar ni manos que estrechar delante de los fotógrafos. No existe una negociación, los líderes ni siquiera se hablan. Hay que construir la convivencia desde abajo, en condiciones a veces dramáticas. Hace poco estuve en Gaza, el infierno en la tierra.

Netanyahu ha vuelto a ganar las elecciones, ¿pero él y Abu Mazen durarán?

Aparentemente, no ha cambiado nada. Aunque Netanyahu llegara a caer por los procesos judiciales, en Israel seguiría habiendo un gobierno de derechas. Pero todo puede ponerse en movimiento de repente. Debemos mirar dentro de Oriente Medio. Hay una gran guerra entre Irán y Arabia Saudí, que combaten en Yemen, Siria, en todas partes. Israel considera a Irán un enemigo irreductible. Y habla con los saudíes.

Rabin y Barak crearon la paz, ¿pero los palestinos nunca se lo creyeron realmente?

Una parte del pueblo seguro que sí. Los líderes, no lo sé.

Corriere della sera

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