Muchos retos en un plazo muy corto de tiempo

España · PaginasDigital
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11 marzo 2014
El Gobierno Renzi se va acercando a su primer mes de vida y seguramente en este momento Renzi ya tendrá una idea más real de la compleja situación en la que se encuentra inmerso su país. Son muchas las reformas que hay que llevar a cabo y los mercados tienen puestos sus ojos en Italia, ya que, el resto de las economías del sur de Europa, o fueron intervenidas en su momento, o ya se encuentran en la senda de la recuperación, aunque en el caso de España esta recuperación debe reconocerse que es francamente débil, con sus casi cinco millones de parados todavía en busca de un puesto de trabajo.

La realidad es que Italia ha perdido un tiempo precioso para adaptarse a los retos de una economía globalizada, y ahora vienen las urgencias, urgencias que han de ser resueltas por un Primer Ministro y por un Gobierno de poco peso y apoyado en una frágil mayoría parlamentaria.

En ese sentido, resulta difícil establecer un orden de prioridades. Italia recuerda bastante a España cuando el Gobierno de Mariano Rajoy se instaló en la Moncloa, hace ahora casi dos años y medio. Sin tener la prima de riesgo ni el desempleo en los niveles que tenía España en ese momento, lo cierto es que también Italia necesita, como España entonces, una reforma laboral urgente, ya que, como en nuestro país, existe un claro mercado dual (parte de la población empleada trabaja en unas condiciones mucho mejores que los ahora acceden a un puesto de trabajo) y además el coste del despido sigue siendo demasiado alto. En nuestro país la reforma laboral no ha servido para reducir las cifras del paro (que han aumentado en un millón de desempleados desde que el PP alcanzó el poder), pero sí es cierto que ha comenzado a atraer las inversiones y, sobre todo, ha mejorado, y de qué manera, nuestra balanza comercial (históricamente deficitaria) al haberse abaratado los costes laborales.

El problema con el que se va a encontrar (si no se ha encontrado ya ) Matteo Renzi es el sindical. Porque la CGIL, el principal sindicato italiano, es tan ´material de desguace´ (Renzi dixit) como la vieja guardia de su partido, el PD. Y sabe que tiene en este tema un auténtico reto, porque, si en algo han fracasado los gobiernos tanto de centroderecha como de centroizquierda es en el terreno laboral, y en particular con el célebre Estatuto de los Trabajadores, que responde a otros tiempos (un mercado mucho más rígido donde el despido era fuertemente sancionado sin tener en cuenta la realidad del momento).

La cuestión radica en que un enfrentamiento Renzi-CGIL sería como un choque de trenes en nuestro país entre PSOE y UGT, y ya sabemos que este choque sólo tuvo lugar en una ocasión y, aunque fue un sonoro triunfo de la UGT, se trató en realidad del último coletazo de un sindicato que ahora en España se encuentra totalmente desprestigiado y sumido en numerosos asuntos de corrupción. El problema para Renzi es que él no tiene ni el carisma ni la fuerza de Felipe González en aquel tiempo, y, sin embargo, su reforma urge más que en ningún otro país ya que Italia pierde competitividad a marchas forzadas y los vecinos españoles ya han hecho en este terreno los deberes, por lo que ahora es el turno de Italia.

Esta semana la principal novedad radicará en el programa de impuestos que piensa aplicar el nuevo Gobierno. Un tema de extraordinaria dificultad, porque Italia tiene que bajar los impuestos para no asfixiar más a muchas empresas y, al mismo tiempo, teniendo en cuenta la deuda descomunal que arrastra el Estado, necesita de ingresos cada vez más altos si no quiere acabar en la quiebra e intervenido por la célebre troika.

Y luego queda el tema de su compromiso personal, ya que prometió a los italianos que habría una reforma mensual, con lo que está en juego la credibilidad de alguien que, no lo olvidemos, accedió a la jefatura del Consejo de Ministro sin haber sido fue elegido en las urnas y al que, por otra parte, no le faltan enemigos tanto fuera como dentro su partido. La respuesta a todos estos desafíos, pronto, o al menos eso creemos.

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