Rovirosa: el cristiano que incomodó a Franco

Cultura · José Andrés-Gallego
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7 marzo 2014
El 27 de febrero se cumplieron cincuenta años de la muerte de Guillem Rovirosa, el gran impulsor de la HOAC, la Hermandad Obrera de Acción Católica que tantos quebraderos de cabeza dio al régimen de Franco. Habría mucho que decir sobre aquellas luchas y sobre Rovirosa y aquí no hay espacio.

El 27 de febrero se cumplieron cincuenta años de la muerte de Guillem Rovirosa, el gran impulsor de la HOAC, la Hermandad Obrera de Acción Católica que tantos quebraderos de cabeza dio al régimen de Franco. Habría mucho que decir sobre aquellas luchas y sobre Rovirosa y aquí no hay espacio. Rovirosa fue una de esas personas que llevan al límite la coherencia entre su vida y su fe. No tienen miedo a quedarse solos en ese empeño (o se tragan el miedo). A cambio, pueden hasta acabar en los altares. El proceso de canonización de Rovirosa se abrió en el año 2003.

No es eso, sin embargo, lo que importa más, sino la huella y la semilla que dejan. Cincuenta años después, sin que casi nadie se entere (y no porque lo oculten), hay varios cientos de españoles (y, por lo menos, de venezolanos también) que intentan vivir como él propuso. Por decirlo de la manera más sencilla y breve, dan la prioridad (operativa) a los más débiles y, muchos de ellos, se deciden a vivir entre los débiles y como los débiles. Son de izquierdas, claro, y cristianos. Las horas que dedican a la formación doctrinal –y a aprender a pensar por cuenta propia– sorprendería a más de un sabio en esas cosas.

Rovirosa murió en 1964, cuando comenzaban a generalizarse las ventas de electrodomésticos a plazos. Y lo vio venir. Se dio cuenta de que, así, podía terminar todo el mundo esclavizado por el consumo y por el crédito para consumir. Él no cedió. Era un técnico muy notable en electromecánica y un inventor nato. Mejor, un increíble ´solucionador de problemas´ (que es lo que, al cabo, somos todos los seres humanos, por más que la eficacia sea dispar). Pero no quiso enriquecerse ni consintió que nadie se valiera de sus inventos para ahorrar puestos de trabajo.

Entre sus seguidores de hoy, los hay que dan prioridad a los obreros y los que dan prioridad a los parias del mundo. Rovirosa no se vio en ese dilema; todos los obreros de su época eran pobres. Unos y otros –entre sus seguidores– coinciden en la convicción de que el capitalismo sigue siendo el mejor aliado del pauperismo y de la explotación. Bastantes de ellos –encima– incluyen el aborto entre los productos emblemáticos del capitalismo y, por tanto, lo consideran una reivindicacion de la derecha pura y dura. Este tipo de testimonios les trae problemas (problemas de derechas y problemas de izquierda); pero la coherencia siempre anda escasa y es de agradecer encontrarla en la calle (y en el campo).

Los actos conmemorativos del aniversario van celebrándose en toda España y seguirán durante casi todo el mes de marzo. Vale la pena conocer al personaje. Un rovirosiano ejemplar –Xavier Garcia Soler, catalán como él– escribió su biografía, que la censura prohibió entre 1971 y 1977 y acabó publicándose en catalán y con recortes. La edición castellana de la versión censurada acaba de aparecer en Ediciones HOAC. Tendrá dos tomos. En el primero se explica cómo acabó por convertirse al cristianismo en 1934 aquel jacobino anticlerical que fue Guillem en sus primeros treinta y seis años.

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