Ni rumba ni cha cha chá, revolución
Blanca se desempeñó como embajador itinerante para América Latina. Dada su condición de experto en asuntos latinoamericanos, el diplomático galo seguramente englobó en su juicio la coprolalia de Chávez para ordenar la salida en 72 horas del embajador de EEUU, la violenta expulsión de José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch (HRW), la amenaza de declarar persona non grata al Nuncio Apostólico por haber concedido asilo a Nixon Moreno, un líder emblemático del estudiantado, opositor al régimen y, como es de lógica elemental, habría leído titulares de la prensa parisina que informaban del itinerario previo: La Habana para testimoniar una vez más su identificación absoluta con Fidel; Pekín para gestionar la adquisición de armas a crédito avalado por petróleo, y Moscú, en gestiones similares, sin perder la oportunidad de ratificar el apoyo incondicional a Rusia en el conflicto con Georgia.
Posiblemente el embajador Blanca se mantiene informado sobre Venezuela con la lectura de Le Monde Diplomatiqué, el periódico de Ignacio Ramonet, quien sostiene que Chávez, mediante 27 decretos-leyes logró transformar el país en "modelo de lo que debe ser el socialismo siglo XXI". La duda de Monsieur Blanca es acerca de los sonidos musicales que le permiten caracterizar a Chávez: rumba o cha cha chá. Horas después de la declaración de Blanca, el presidente, desde Lisboa, le hizo un aporte a su trabajo de analista. "La mayoría de los líderes europeos no tienen una idea exacta de lo que pasa en Venezuela. En Europa no entienden la revolución" (Efe).
Jorge Castañeda, ex canciller mexicano y profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York, asegura que él si está al tanto de la realidad venezolana. Escribe que Chávez acaba de recibir un golpe demoledor con el informe de HRW Una década de Chávez. "Por fin una organización seria, independiente y acreditada en el mundo se aboca al tema de los derechos humanos en Venezuela, y emite una opinión fundamentada y desprovista de estridencias o exageraciones". El informe pone de manifiesto que la gestión de Chávez ha estado caracterizada por la intolerancia y la discriminación políticas, violación de los derechos humanos y libertades cívicas, control gubernamental del poder judicial, vulneración de derechos sindicales, acoso a la sociedad civil, señalamiento sistemático de conspiradores y golpistas a sus opositores, hostigamiento a los medios e irrespeto a la libertad de expresión. Vivanco, horas después de presentar el informe, fue apresado en su hotel, incomunicado, conducido por la fuerza al aeropuerto y colocado en un avión que salía para Brasil. Chávez reveló que él personalmente había dado la orden. Vivanco declaró que lo ocurrido debería servir para que el mundo civilizado "empiece a colocar los reflectores en Venezuela". Según el oficialismo, la medida fue un ejercicio de soberanía, con el agregado de que HRW defiende y estimula el consumo de drogas.
La expulsión de Vivanco fue repudiada por gobiernos e instancias que se mantienen muy sensibles a la situación de los derechos humanos. Consideran, en general, que se confirmó lo que advertía el informe: la intolerancia política y la restricción a la libertad de expresión. El régimen replicó que para el pueblo es más importante lo que la revolución ofrece, comida, trabajo y democracia participativa, que una supuesta libertad de expresión que sólo sirve para que la burguesía conspire.