El Misterio cristiano del encuentro entre un pecador y Cristo a través de una de las pinturas más conocidas de Caravaggio

Caravaggio pinta en la Vocación de San Mateo el Misterio cristiano del encuentro entre un pecador y Cristo. ¡Mateo no está rezando! Está contando el dinero. Cristo encuentra al hombre ocupado en la realidad. Se da cuenta de que es Cristo solo los jóvenes, curiosos y Mateo. La luz que se ve en el cuadro es natural, sin embargo, su significado es sobrenatural; es la luz de la Gracia, que “viene” de Cristo y no de la ventana.
Otra particularidad es que Pedro y Jesús van vestidos como en tiempos de Jesús, mientras que los otros no. Cristo ha resucitado y llama a los hombres de cada tiempo con el mismo gesto que usa Dios para crear a Adán en la Capilla Sixtina. El encuentro es ser creados nuevamente. Lo interesante es que Caravaggio no calca la mano de Cristo de la Dios, sino la de Adán; porque Jesús es humano y desde su humanidad el hombre reconoce que es Dios.
Al inicio en el lienzo no estaba Pedro, es añadadido después. Vosotros no veis el cuerpo de Cristo, Pedro nos deja ver el rostro y el gesto. El Evangelio dice que las palabras de Jesús fueron: “Ven y sígueme”. Esta frase se hace evidente en el hecho de que los pies de Jesús ya se dirigen hacia la salida.
Caravaggio traduce el “sí” de San Mateo en la luminosidad de la mirada y en el gesto que Mateo repite sobre sí mismo. ¿Qué significa decir “sí” al encuentro que hemos hecho? Yo digo de mí aquello que la historia que encuentro dice de mí.