En el lodo
Veía ayer un documental, donde un animal, había quedado atrapado en un lodazal. Llevaba allí cinco días y estaba rindiéndose ante la muerte que le acechaba. Apenas asomaba su cabeza y en sus ojos podía verse la tristeza y dolor que padecía.
Unos guardas forestales lo encontraron, y usaron todos los recursos de que disponían, para tratar de sacarlo. Lo intentaron con cuerdas, atadas a su jeep, pero éstas se rompieron; querían salvarlo y lo probaron una y otra vez. Finalmente, uno de los cuidadores, empezó a escarbar con sus manos, sacando el barro que lo aprisionaba. El segundo, se sumó al intento, y a contrarreloj, sacaban y sacaban grandes trozos de fango.
Probaron de nuevo, con otra cuerda y empujando al animal con palabras de aliento, le gritaban: “vamooooosss, tienes que vivir”. El animal, casi no tenía fuerzas, pero las pocas que le quedaban, obedecieron a la voluntad de sus salvadores, que se habían metido en el lodazal para devolverlo a la vida.
Pues una vez más, Dios se sirvió de esas imágenes ,para convertirlas en mi reflexión personal. Me sentí identificadísimo con la pobre bestia.
Hay esclavitudes en mi vida, que me hacen sentirme hundido en el lodo, rindiéndome a una muerte espiritual, donde el cansancio, por la lucha que mantengo, por salir de esas opresiones, quiere alzarse como vencedor. Se tiene la impresión, de estar solo y abandonado, atrapado, con la tristeza de acabar en una agonía del alma, preguntándose una y otra vez: “¿Cómo pude caer aquí, como no lo vi?… me dejé engañar… ” uno se siente retenido, como presa que cae, en la astucia de su cazador.
Pero, no me quedé con esa imagen en mi reflexión, sino con la de los guardas. Dios no se queda inmóvil, viendo como nos hundimos; rápidamente empieza a moverse, enseguida nos ata y tira de nosotros, escarba y escarba, para sacar lo que nos aprisiona, coge la cruz de su Hijo y nos la lanza para que nos agarremos a ella.
Decía San Juan de la Cruz : ´Grande contento es para el alma entender que nunca Dios falta del alma, aunque esté en pecado mortal, cuánto menos de la que está en gracia´.
Esa certeza de que Dios siempre está luchando a nuestro lado, es la que quería compartir hoy. Sí, es verdad, me siento a menudo hundido en el fango , pero Él, escarba, empuja , grita y hace lo que sea, para que salga de él . No se rinde, se desgañita diciéndome : “ Vamoooossss, tienes que vivir”…. ¡Libérate! ¡Sal y camina! ¡Vive!