El PP ahora es más laico, sólo le queda la libertad
Pero el enfado de Aznar y de los muchos que no han votado a Rajoy -ha sido reelegido con el 84 por ciento de los votos, un apoyo inusualmente escaso en la historia del PP- no conforma de momento una corriente alternativa. Tampoco Esperanza Aguirre. La presidenta de la Comunidad de Madrid, que ha sido la que más crítica se ha mostrado con Rajoy en los últimos tres meses, es la gran perdedora del Congreso. Esperanza Aguirre está molesta porque pierde protagonismo, detrás de sus quejas no hay un modo diferente de entender el centro-derecha. De hecho, la gente de Esperanza Aguirre ha sido la que más activamente ha trabajado para que, tras el XVI Congreso, el PP deje, por ejemplo, de defender el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Una mujer de confianza de la presidenta de la Comunidad de Madrid es la que presentó la enmienda en la que se defendía el matrimonio de Zapatero, el matrimonio de personas del mismo sexo. Esa enmienda no ha prosperado pero el PP ya no defiende el matrimonio como la unión de hombre y mujer.
El trabajo de algunos pocos diputados, todavía democristianos, ha contribuido a mejorar sustancialmente la ponencia política, que servirá de referencia programática en los próximos cuatros años. Esa ponencia hace una buena defensa del valor de la libertad religiosa, a la que considera fuente de pluralidad democrática, y de la libertad de educación. Se pronuncia además expresamente en contra de la asignatura de Educación para la Ciudadanía. El PP se hace un partido más laico, pero de momento parece que todavía defiende esas pocas cuestiones esenciales. El gran interrogante es si esas definiciones programáticas van a poder desarrollarse. Es necesario un sujeto político que las haga efectivas y un sujeto social que las reclame. Es necesario también que Rajoy se calme y deje de perseguir, como ha hecho en los últimos tres meses, a los que piensan por su cuenta.