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La confianza de los adultos

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3 febrero 2013
Una pregunta domina en las últimas horas todas las conversaciones en España. ¿Tú le crees? El interrogante lo ha despertado el presidente del Gobierno. El pasado jueves el diario El País publicaba los que se conocen ya como ///http://politica.elpais.com/politica/2013/02/02/actualidad/1359819189_845362.html ///"los papeles de Bárcenas"///.

Bárcernas, que fue tesorero del partido, está imputado por un delito de blanqueo de capitales. Y sus papeles son una presunta contabilidad oficiosa del PP en la que aparecen sobresueldos y donaciones irregulares. Mariano Rajoy ha respondido este sábado con un ///http://www.pp.es/file_upload/noticias/pdf/7434-20130202143850.pdf///discurso/// en el que asegura que son falsos y están manipulados. El líder de la oposición, ///http://www.psoe.es/saladeprensa/pressnotes/677711/page/rubalcaba-pedimos-presidente-del-gobierno-que-abandone-presidencia-paso-otro-presid.html///Rubalcaba///, ha reaccionado pidiendo su dimisión.

Ya veremos cómo evoluciona el caso. Se ha extendido la duda sobre la financiación y el pago de dinero negro en el partido. Y la respuesta que se ha dado hasta el momento es una investigación interna y la palabra del propio Rajoy. La opinión pública asiste al dilema de tener que decidir si esa es palabra es o no confiable. El caso es especialmente interesante no solo por la crisis política que ha desatado sino porque pone en el centro de la vida pública la gran cuestión: ¿de qué o de quién nos podemos fiar? La sociedad de comienzos de siglo XXI, dominada por la razón técnica, tiene que recurrir en este caso a un método tan elemental como el de la certeza moral. El debate se basa en la validez de los indicios. Y en un mundo, tan acostumbrado a formular opiniones generadas no por la indagación sino por la pertenencia al grupo, de pronto los más sinceros pierden pie. ¿Podemos creerlo?

Mientras los activos españoles recuperan la estima de los mercados y la deuda pública vuelve a ser competitiva para los inversores internacionales (así lo certifican las colocaciones de bonos de las últimas semanas), el país sufre una crisis histórica de confianza en sus principales instituciones como muestra el ///http://datos.cis.es/pdf/Es2972mar_A.pdf///barómetro del CIS/// del mes de diciembre.

El último estudio de ///http://blogs.elpais.com/metroscopia/2013/01/cientificos-y-politicos-los-polos-extremos-de-la-confianza-ciudadana.html///Metrocospia/// refleja en quién creen los españoles. Confían, sobre todo, en los científicos y en los médicos, después en las pequeñas y medianas empresas. Las obras de caridad de la Iglesia figuran entre los primeros puestos. Y los políticos, los bancos, el Parlamento y el Gobierno entre los últimos. Cuando todo parece tambalearse, los representantes de la razón científica y técnica aparecen como el gran referente.

///http://www.alfayomega.es/Revista/2012/770/06_aquiahora3.php///Víctor Pérez Díaz/// ha señalado que esta crisis de confianza afecta a las relaciones entre las personas. El sociólogo explica que eso plantea un serio problema para la vida económica, es un sobrecoste que impide ser competitivo.

De hecho, comprender las raíces de esa desconfianza social y darle respuesta es uno de los retos más decisivos para hacer frente a la crisis. Hay motivos para haber dejado de confiar en algunas instancias. Pero es impensable sostener que casi todo el mundo (el compañero de trabajo, el cliente, el proveedor, el socio, el vecino y el cuñado) no sea,  por definición, digno de crédito. Parece más bien que la razón moral, la que permite adquirir certezas en el terreno de la conducta, se hubiera visto dañada. La inteligencia es siempre emocional y el sufrimiento de los últimos años tiende a cegar la vista. El buenismo, por otra parte, tiene un reverso violento. Bajo la apariencia de una cercanía formal se esconden distancias y soledades abismales.

Pero la desconfianza quizás sea también el resultado de una educación defectuosa. Falta ese hábito que permite ver en el otro, a pesar de que no comparta mi ideología y mis intereses, a un compañero de viaje: alguien que tiene en común conmigo lo que me es más personal; con el que puedo hacer muchas cosas y, sobre todo, recorrer el camino de la vida. Esa es la confianza de los adultos.

P.D. Todo esto no significa que Rajoy merezca o deje de merecer crédito.

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