La burbuja nacionalista

España · Francisco Pou
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26 septiembre 2012
11 de septiembre. Barcelona se llenó una tarde de domingo con banderas, tambores y lemas incoados en unasola dirección: "independencia. El número de asistentes (estamos hablando de un9% de la población catalana recogida en trenes y autobuses especiales) no tienevalor en el proceso legislativo democrático. Pero los organizadores leatribuyeron "el sentimiento legítimo representativo de un pueblo", acelerandoun proceso cultural que se ha ido dando desde la transición; la catalanidad"debe" llevar al nacionalismo. Y ahora el nacionalismo "debe" llevar a laindependencia. La conclusión, es clara: es "mal catalán" quien no quiera laindependencia. No es un análisis hipotético; está ya ocurriendo en los mediosen Cataluña.

Poreso, al hablar de número o ruido, es importante mirar antes a Cataluña,  al completo. El número de parados,silenciosos,  en Cataluña, 850.000 eramayor que los de esa tarde festiva. El hambre, real en Cataluña, que despiertaun hormiguero de humanidad para servir más de 90.000 comidas gratuitas,voluntarias y anónimas, tampoco hacía ruido, como los tambores domingueros. Igualque los jóvenes que ya pasaron océanos y fronteras para buscar un trabajo fuera.En Cataluña dos tercios de los que acaban en la Universidad están sintrabajo, y va a peor. ¿El mal es el centralismo? Una posición, la de "víctimasdel centralismo" que parte de laAutonomía con más poder en Europa, pero un una corrupción queha carcomido a los contribuyentes inflándoles de deuda y recortes, y que pasapor los tribunales en silencio. El "caso Palau", acusando de  financiación irregular de CIU, el caso de "lasITV´s"… los tambores, esa tarde de domingo,apagaban ese clamor.

Interpretar la Historia

Loque reunió a una multitud en Barcelona una tarde de banderas no fue "laindependencia": el auténtico motor "causa causae" fue el nacionalismo. Paracualquier cazador social de ideas la foto es explícita. Si además has vivido encarne la reciente Historia, esa foto confirma experiencias.

Elnacionalismo no es una "opción política". No es un movimiento que trabajapensando en un Hombre, o que tenga para el hombre y la civitas una propuesta.Se propone a él, la Nación,que él mismo delimita, como titular de derechos por encima de hombres. Es unaideología, esto es, una "interpretación" de la realidad, que como todas lasideologías, siente escozores ante  lo real. Nacionaliza y dispone laslenguas, que administra en exclusiva. Nacionaliza cultura, medios decomunicación y cultura.

Laeducación, para el nacionalista, está al servicio de la construcción no depersonas, sino de un colectivo, una nación.  Se convierte la nación  en fuente del derecho: por un "pacto fiscal"se justifica la fractura "exlegem": algo así como justificar al ladrón queasalta la casa común por lo apretado o "incomprendido" de su presupuesto. Sejustifica el nacionalismo por el acecho de "enemigos", otros pretendidosnacionalismos eternos, porque no puede concebir que alguien viva libre de esevirus. "Somos legítimos" porque somos contra-virus, razonan. La Historia se interpreta ycambia como afrenta, no sólo porque haya que crear un mito, sino porque hay queromper "pertenencias". En el renacimiento de Cataluña, por ejemplo, para nadase cuenta lo que supuso estar involucrados en la aventura de América, cuando sepensaba en grande, cuando se construía y se educaba lejos. 

Comodecía Chesterton, las peores mentiras son las verdades a medias. Finalmente, lamultitud con banderas pretende legitimar con tamaño. Nunca una mentira, unaforma incompleta de pensar,  se legitima por su extensión. Hoy no ser "nacionalista independentista" en Cataluña esexcluyente; no es "correcto". El tamaño puede ser atención de la Sociología, pero no dela Ética. Ni laEstética. Los votos (no son "clamores", es el resultado de unproceso regulado por la Ley)llevan a opiniones y decisiones, pero no a calificaciones éticas oantropológicas.

Paramuchos autores modernos de Pensamiento Político, Cavanaugh por ejemplo, el nacionalismo cumple rigurosamente la definición de "religión". Tienemesías, dogmas, santones, sagrados mitos históricos, himnos y liturgias, promesasde tierra prometida. Una nueva tierra por llegar, un nuevo tiempo que no llegaen el que no habrá problemas ni males. Por eso, vales algo cuando "hacesnación". Un becerro de oro burgués al que muchos miran, dejando de mirar a otrolado: a las personas, a su búsqueda de vida y respuestas, a su pertenencia enla vieja "civitas" y su Historia. A sus necesidades humanas y de relacióncreativa con sus vecinos, por encima de conceptos noéticos de Estado-nación. Nose divisan fronteras en laTierra desde el Espacio.

¿Debate?

Cuandose prolongan las rectas se ve a dónde nos llevan. El nacionalismo en línearecta lleva a ídolos absolutistas. El  separatismo extraído de la realidad lleva, en su evolución a laindependencia de la aldea primero y de cueva después. En "La Vall d'Arán", con una lógicaaplastante, están ya pidiendo algunos la independencia de Cataluña. ¿Montaránsu ejército, hospitales y moneda, su universidad? ¿Enriquece al hombre vivir"independientemente"?  ¿De verdad hahecho mejor al hombre vivir "independientemente"?

Poreso el debate mediático, pretendidamente intelectual es decepcionantementeestéril, se convierte en contienda: sí, no, conmigo o en micontra, ventana o pasillo.  Sólo una realidad testimoniada puede traerapertura y puede mostrar respuestas a "cada" persona. Porque la vida de lapersona no es la construcción de una nación, sino enfrentarse a "sus" preguntasy su sentido en la vida.  Su personal unicidad es "su" diferencia, sucooperación es "en" la convivencia, no la superioridad-diferencia.

¿Se sale de ésta?

Sólomostrando al hombre  la realidad sin disfraces ni adormideras puedensuscitarse respuestas, imposibles para quien nunca antes se había hechopreguntas. Y actitudes que sonarán a nuevas porque todas las razonesestaban en unas listas de agravios y deudas y en  el palo de un tambor.

Siel nacionalismo es una "adormidera" que amputa realidad y humanidad, ha de serrealidad y humanidad quién rescate, no a la ideología, imposible,  sino a las personas que compraron la mercancíay su promesa. Realidad profunda, esto es, debatir sin tambores; con ideas. Yhumanidad, la de los visibles gestos de una forma de trabajar y cooperar, deconvivir en libertad. De pensar grande. De ser más "grandes" con personas,amando así nuestro pueblo pequeño. El reto, para todos, es un modo, un lenguajey unos  gestos "nuevos".

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