¿Giro católico o giro identitario?

Sociedad · Luis Ruíz del Árbol
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27 noviembre 2025
En las últimas semanas se viene produciendo un intenso debate sobre un supuesto revival del catolicismo en las sociedades occidentales y, en especial, la española. La película "Los domingos" y el último álbum de Rosalía vendría a ser una expresión cultural de ese supuesto “giro católico”.

A continuación, presento algunas notas sueltas que he escrito durante las últimas semanas provocado por el debate abierto por Diego Garrocho en El País sobre un supuesto revival del catolicismo en las sociedades occidentales y, en especial, la española (el llamado “giro católico”); y también a la luz de las impresiones generadas por la maravillosa película Los domingos (Alauda Ruiz de Azúa) y el portentoso último álbum de Rosalía, el aclamadísimo Lux. Espero que estas breves reflexiones redactadas a vuela pluma puedan aportar elementos útiles a la conversación pública.

1.- La certeza que aporta la fe cristiana es relacional, personal e histórica; no nace de una intimista sublimación estética de la herida.

En el cristianismo, la herida está llamada a ser transfigurada, no superada.

2.- Del vacío sólo puede surgir una sublimación; la respuesta nace ante una presencia.

No es lo mismo la experiencia de la insuficiencia que la del vacío. Cuanta más exposición a la vida, más deseo.

El deseo que nace del vacío es sublimación. Sólo una presencia atrae, puede hacer emerger el deseo. La experiencia de la insatisfacción se hace en ese punto, nunca antes.

La fe no es la sublimación de un vacío; es la respuesta agradecida ante una inesperada e inmerecida presencia buena.

La libertad no es la capacidad de elegir el bien, es el derecho (¡también político!) a poder transitar un camino personal de experiencia de la verdad. Por eso, la manipulación, que siempre busca un atajo que evite el riesgo de extravío, provoca muchas de las más devastadoras amputaciones de la memoria y desfiguraciones de la conciencia.

3.- Lo dado busca ser recibido. Sin su acogida, la realidad no fructifica; sin su cuidado, se echa a perder.

4.- No veo apenas diferencia entre la pornografía y el uso que tantos hacen de la religión; en ambos casos, la instrumentalización del otro (o el Otro) para obtener placer, físico o emocional. El amor maduro siempre conlleva un rompimiento, un desplazamiento: la primacía del tú y la postergación del yo.

El énfasis es un modo fundamentalmente antirreligioso.

5.- Quien politiza una tradición, por ignorancia o por fanatismo, flaco favor le hace.

6.- La lógica de la contracultura es la hegemonía; la de la inculturación, la catolicidad. En este sentido, la diferencia entre alumbrar y brillar es muy sutil, pero muy significativa.

7.- Ningún fenómeno cultural es unívoco, y menos aún unidireccional; todo está preñado de ambivalencias y contradicciones. Por ejemplo, la normalización en la conversación pública de cuestiones religiosas, puede ser signo de una cierta maduración democrática como sociedad, logrando dejar atrás las tóxicas inercias de la rancia dialéctica secularización-confesionalismo. Pero, a su vez, puede ser la primicia de un intento de comunitarismo político promovido por las tecno-élites: una nueva forma de control social que se alimenta de la ansiedad del cambio de época y de la incertidumbre ante el futuro. Basta con mirar a China y el experimento MAGA en Estados Unidos.

8.- Sobre el “giro católico” de Diego Garrocho: No creo que exista ningún “giro católico”; el interés por la estética y (algo menos) la ética católica es una etapa más dentro de la new wave neotradicionalista, base cultural del repliegue identitario y nacionalista que padece Occidente. Ni hay “giro”, porque es un trend que viene de muy lejos; ni es “católico” o “cristiano”, como mucho “cristianista”, porque no parte de una conversión a la fe, sino que es una respuesta culturalista al momentum de incertidumbre global. El único giro “católico” es la conversión: un corazón esponjado por Su Misericordia; una compasión operativa que genera una vivencia (un poco) más humana de la economía y la cultura. Luego están las experiencias personales (que son sagradas); pero sociológicamente el tsunami neo tradicionalista se mueve en otras claves que la intelligentsia católica parece que ni siquiera intuye (¡ah, el viejo sueño de la hegemonía!)

La masiva y entusiasta reducción de la tradición a cosplay: esto sí es un drama. Si a esta tendencia (o “giro”) se le suma el déficit de comprensión lectora (y su corolario, el literalismo), ya tenemos la Gran Mistificación servida. Me sorprende que dentro de la moda del “giro católico” ninguno de sus impulsores cite la gran piedra de toque del momentum cultural: el Puy de Fou. Ahí está todo: la disneyficación total; España (u Occidente) convertida en un gigantesco parque temático.

9.- Catolicismo y democracia, Èmile Perreau-Saussine (Encuentro, 2025). La secularización ha generado históricamente las condiciones de posibilidad de la libertad religiosa; la Iglesia por sí misma fue incapaz de hacerlo (¿y aún lo sigue siendo?)

Carece de todo rigor científico e histórico identificar necesariamente secularización y (neo)paganismo. Aunque la sociedad española volviera en masa a la fe católica, la libertad religiosa y la aconfesionalidad del Estado deberían mantenerse íntegramente, en beneficio principal de la misma religión. El reconocimiento pleno tras el Concilio Vaticano II de la libertad de conciencia no es un mero tacticismo ante una situación de hecho de minoría sobrevenida; es fundamentalmente una maduración a lo largo de los siglos de la fe y sus premisas y consecuencias, así como una profundización en el misterio mismo de la libertad de Cristo en la cruz.

Más sobre el supuesto “giro católico”: lo que sí que veo es una irrupción en la conversación pública de las inquietudes religiosas o espirituales hasta hace poco (auto)censuradas. Paradójicamente, la consolidación del proceso de secularización, al haber finiquitado el monopolio de la Iglesia sobre su negociado, ha permitido aflorar libremente las inquietudes antes contenidas por la horma del doctrinarismo y el clericalismo. No hay un despertar del corazón, hay una liberación de la forma. La supresión del paternalismo eclesiástico ha generado un nuevo tipo de orfandad; la búsqueda de sentido se hace ahora fuera de un marco comunitario y tradicional vivo, y las vías de escape pasan bien por el DIY o el espigueo religioso, bien por pertenencias grupales fuertes dominadas por el emotivismo y los liderazgos soft. Ad intra, las parroquias parece que vuelven a llenarse. Ojo al espejismo: la lógica de la minoría conlleva la híper-movilización; pocos miembros, pero muy activos. Al contrario, la lógica de la mayoría, en consonancia con la hegemonía ambiental, suele provocar laxitud y descuido.

10.- No comprender el funcionamiento de la lógica de la minoría, muy afectada por la nueva cultura de las plataformas, puede llevar a graves errores de juicio. Por centrarnos en lo cinematográfico (al tener un complejo componente industrial que lo singulariza frente a otras expresiones artísticas): hasta hace relativamente poco, una película, para ser comercialmente rentable, debía hacer taquilla en una pléyade de cines diseminados en un sinfín de territorios muy heterogéneos, desde un cine de barrio en Aluche hasta un centro comercial a las afueras de Sevilla, pasando por un respetable palacio de la música de cualquier capital de provincias. El modo de distribución imponía el mainstream, estando el cine independiente circunscrito a los circuitos alternativos de las grandes ciudades. A día de hoy, cuando la plataforma atomiza el consumo y permite al productor segmentar ad infinitum en función del target, sucede que productos cinematográficos antaño de nicho y, por ello, comercialmente poco rentables, ya pueden ser financieramente sostenibles. Así, el (relativo) revival del cine cristiano no significa que haya más público que lo demande, sino que su forma atomizada de consumo mediante plataformas permite que el mismo número de espectadores no tenga que desplazarse a un número escaso de cines para consumirlo y pueda hacerlo cómodamente desde casa. Este fenómeno, engañosamente, parece indicar un renacimiento cristiano, mientras que de facto acentúa aún más el proceso de contraculturización de la fe, situando al cristianismo en una lógica de competición cultural radicalmente contraria a su ser, misión y potencial inculturador.

11.- La capacidad de sincronía* con el mundo, que nada tiene que ver con el aggiornamento, es una de las más lacerantes carencias de la Iglesia (al menos la española) actual. Y pensamos que el remedio pasa por poner a curas a hacer de DJs, pixarizando la imaginería religiosa o celinedionizando la música sacra.

*La sincronía es la capacidad de sintonizar con las corrientes de fondo de la Historia. No estar al pim-pam-púm, reactivamente, de lo que está de moda.

Sintonizar no es ahormarse: es el don de captar las preguntas lacerantes, de cribar los interrogantes últimos entre la maraña de excusas penúltimas.

12. Gloria Dei vivens homo. El padre del hijo pródigo se alegra por su cercanía, no por su arrepentimiento.

¿No será el entusiasmo por el “giro católico” en el fondo más que un camuflaje de un resentido ajuste de cuentas de algunos católicos con la Modernidad?

 

Luis Ruíz del Árbol es autor del libro «Lo que todavía vive»


Recomendación de lectura: En la nada no hay nada

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