Contra el faxismo

España · A. Martínez Illán
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5 noviembre 2025
José Ismael Martínez García, periodista de El Español, ha sido agredido brutalmente por varios jóvenes encapuchados durante una manifestación. Los neoborrokas de GKS tienen modos cada vez más organizados y, a la vez, de viejos fascistas para sus marchas antifaxistas.

UN VIDEO. Los videos en los que se ve la paliza a José Ismael Martínez García, periodista de El Español, en el campus de la Universidad de Navarra la tarde del 30 de octubre producen estupor. Tres encapuchados salen de la manada y lanzan a un chico joven varios metros a patadas. Hay algo gore en estos videos, la violencia por la violencia, los que pegan parecen hacerlo como si estuvieran en un videojuego. La policía tarda en acudir porque se encuentran al fondo del valle que es ese campus. Por momentos  el periodista cree haber perdido el ojo derecho. Se echa de menos que los que representan la democracia, partidos, y quienes gobiernan a todos los niveles no lamenten este acto violento y contra el periodismo. Sin periodismo la democracia es como querer ir en bici sin pedales, solo iremos cuesta abajo y mientras dure el impulso. 

EXPLICAR. Llega a casa mi hija que estaba por el barrio de Iturrama y ha visto algo, hay que explicar a sus hermanos qué pasa, lo ven en el móvil. Una procesión de jóvenes vestidos encapuchados con sudaderas de negro caminan por el campus de la Universidad de Navarra, entre los árboles, tirando botes y gritos contra España. Vemos la foto y el video de Javier Hernández Juantegui  en El País -sección de Educación-. En un momento dado, el grupo de chavales que van todos de negro se gira y cambia de rumbo, pasan cerca del periodista que está grabando y ante las miradas les dice que es periodista, lleva su acreditación de El español. España es su enemigo. Pregunta adolescente, ¿a qué vienen? A luchar contra el fascismo porque Vito Quiles, un agitador político de la otra ideología, había organizado un evento en el campus, él solito, la Universidad nada tenía que ver. Han convocado GKS y los Indar Gorri. ¿Y quiénes son GKS? Gazte Koordinadora Sozialista, los jóvenes socialistas que se sienten traicionados porque Ernai, las juventudes de Sortu/Bildu se han vuelto unos moderados que pactan con el poder. Pues vaya ganas de darse palos, dice mi hija.

BUSCANDO A QUILES. Del campus, la marcha ‘antifaxista’  parece que se dividió, unos fueron por el barrio de Iturrama a quemar contenedores y liarla y otros por la avenida Zaragoza, alguien había visto en las redes una foto de Quiles y parecía que andaba por el estadio del Sadar. Quiles había venido a Pamplona y según entraba fue a hacerse una foto en la puerta del Diario de Navarra, “ese diario proetarra”, en seguida bajaron a explicarle el historial de atentados sufridos por el Diario de Navarra y sus periodistas. ¿Vito Quiles usó google maps y le llevó allí? O preguntó a un navarro por el Diario y le mandó allí. L., una amiga que llegó de Colombia a Pamplona hace 6 años y trabaja en una residencia, se encontraba por allí y me dice que nunca había visto una cosa así y que presenció cómo llevaban a los dos detenidos, «eran tan jóvenes». Sí, he visto que son adolescentes muchos de ellos, le digo. Algo hacemos mal los profesores, le llaman neofascismo -que es de izquierdas y de derechas- y seguramente han sido educados con una «pedagogía antifascista». Nos tenemos que preguntar, como siempre, si la historia que enseñamos les vale para algo, si funciona, que se pregunten si el fin justifica los medios, aunque el fin sea antifaxista. Habrá que explicarles que el fascismo es lo contrario a la democracia. El fascismo anula al otro, lo demoniza. También, que el fascismo contra el que se manifiestan comenzó así en Italia, con camisas negras y el mismo uso de la violencia. Nadie les ha explicado, ellos saben que tienen su ideología y el otro, la otra ideología.

IDEOLOGÍA. Hannah Arendt lo define bien en Los orígenes del Totalitarismo. Es la lógica de una idea y todo debe suceder de acuerdo a la lógica de esa idea.  Se supone que con el siglo XX aprendimos a dónde conduce la fascinación por las ideologías: a los totalitarismos, Auschwitz y los campos del Gulag. Debemos hablar en los institutos y en las ikastolas, en las ikastolas y en los institutos y en las universidades, pero eso parece que vale de poco. La violencia que ahora se ve en las calles muestra lo inútil de muchas pedagogías contra el fascismo. Se trata de hablar de lo que nos hace humanos o nos deshumaniza. La violencia ningunea y cosifica al otro. Hablar, querer entender esa violencia, aunque sea irracional, es lo que nos hace humanos. En la educación de estas cuestiones, la experiencia nos enseña que solo parece funcionar, un poco, el testimonio de las víctimas. En nuestro momento de posmemoria, se puede leer con los estudiantes un fragmento de Primo Levi o de los Relatos de Kolimá de Shalamov. Sin embargo, a todos les resultará lejano, es del siglo pasado.

PEGATINAS Y PALABRAS. En el blog de sareantifaxista, la red antifascista, hay una entrada el 29 de octubre, Euskal Herria Antizionista, en la que se dice: «Siempre en el lado correcto de la historia (…) Lleva el antifascismo y la solidaridad a tus calles, tu barrio, tu pueblo, tu ciudad». Se venden 100 pegatinas a 10 euros. No veo a esos jóvenes sedientos de llamas de contenedores creyendo que el antifascismo consiste en pegar pegatinas a sus vecinos. Si creen que se acaba con el fascismo con pegatinas, que llenen los nidos de fascistas con ellas y se guarden unas pocas para que les hagan ver que el fascismo lo tienen en su ADN. Ellos también quieren matar o ‘eliminar’ al otro solo por ser el otro. Antony Beevor en La Guerra civil española dice que las palabras pueden matar cuando se convierten en cizaña por declaraciones irresponsables. No sé si las palabras pueden llegar a tanto, sí que inician el ciclo del odio, basta con asomarse a las redes sociales. Si lo arrancan, también podrán pararlo. Leí con los estudiantes la carta que una joven francesa que se alistó como miliciana en la guerra civil española le escribió a un escritor. La joven era Simone Weil, filósofa y entonces anarquista, que debe dejar el frente de Aragón en su retirada porque con aceite ardiendo se ha quemado. A su regreso a París le escribe a George Bernanos, un monárquico a quien no conoce, que ha publicado ese año -1938- Los grandes cementerios bajo la luna contando los excesos de los falangistas en Mallorca las primeras semanas de la guerra. Ella le cuenta cómo los milicianos se pavonean en una comida contando cómo han matado a sacerdotes y a «fascistas», término muy genérico dice la Weil. Se jactan del miedo que ven en la cara de los que van a matar y se jalean unos a otros. Las escenas del jueves en una universidad me hacen pensar si por la noche, los que consiguieron pegar al periodista no se pavonearían también en una cena entre sus colegas. Pienso que razón tiene Simone Weil de ver que fascista es un término genérico entonces y más vago ahora. Une mucho señalar al enemigo como fascista. 

PERIODISMO. Los neoborrokas de GKS tienen modos cada vez más organizados y, a la vez, de viejos fascistas para sus marchas antifaxistas. Hay una lógica del mal que se repite, ahora con el potencial de los algoritmos y de las redes sociales. Dada la huella digital y sus conversaciones sobre el tema, los móviles de la marabunta de chavales con sudaderas negras de GKS les mostrarán vídeos sugeridos por un algoritmo antifaxista. Cómo podemos de verdad vacunar a estas nuevas generaciones contra los virus de fanatismo, populismo y dogmatismos. Arturo Pérez-Reverte propone que los profesores leamos con los jóvenes el prólogo del periodista Manuel Chaves Nogales en A sangre y fuego. Chaves, exiliado en París, cuando la guerra civil todavía no ha terminado, cuenta que su oficio es andar y contar y, tras estar en la Rusia de Stalin y en la Roma de Mussolini -sabía de qué hablaba -se considera un antifascista. Él aguantó en su oficio en España mientras pudo ejercerlo sin miedo a policías que le taparan la boca, «ni a encamisados que me hiciesen purgar atrozmente mis errores». El otro día, los nuevos encamisados -ahora con sudaderas- le dieron una paliza a un hombre solo porque era periodista. En la web está el prólogo de Chaves, no hay mejor antídoto contra el faxismo.

 

  • Antonio Martínez Illán es profesor en la Facultad de Comunicación y miembro del grupo de investigación Narración, violencia y memoria de la Universidad de Navarra

Lee también: Entendiendo a mi amigo populista

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