Quedan 7 días para que empiece la Transición

El Contubernio de Munich

España · Eugenio Nasarre
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15 marzo 2012
Los días 2 y 3 de junio de 1962 se reunían en Munich 118españoles bajo los auspicios del Movimiento Europeo, que celebraba en la ciudadbávara su IV Congreso. El Movimiento Europeo había tenido su origen en elfamoso Congreso de La Haya de 1948, en el que las personalidades más relevantesde la Europa de la postguerra habían acordado impulsar la integración económicay política del continente como único camino para garantizar la paz y lalibertad en Europa con la inspiración de los ideales democráticos. Acogía en suseno a todas las corrientes políticas que configuraban entonces el pluralismode las democracias europeas, salvo los comunistas todavía hostiles al procesode integración.

La Europa de 1962 estaba ya saliendo de la difícil reconstrucciónde sus sociedades devastadas por la guerra. Un nuevo horizonte se oteaba en elpanorama mundial. El Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII, estaba apunto de comenzar. Kennedy, con su fuerte liderazgo, hablaba de la "nuevafrontera". Martin Luther King galvanizaba a los americanos con su pacíficabatalla por la igualdad de los derechos civiles. Kruschof había enterradoparcialmente el estalinismo. La Europa de las democracias vivía una fase decreciente prosperidad.

¿Quiénes eran aquel puñado de españoles que se reunieron enMunich? Eran españoles de "las dos orillas", de quienes habían estado en elbando de los vencedores y en el de los vencidos, españoles del interior y delexilio. Representaban un amplio abanico del pluralismo político: monárquicos yrepublicanos, liberales, democristianos, socialdemócratas y socialistas,nacionalistas vascos y catalanes. Los había de la generación que habíaprotagonizado la guerra como Salvador de Madariaga, José María Gil Robles,Dionisio Ridruejo, Rodolfo Llopis, Manuel de Irujo o Jaime Miralles y de la dequienes se habían formado en la postguerra como Fernando Álvarez de Miranda,Iñigo Cavero, Carlos Bru, Fernando Baeza, José Vidal Beneyto, José Federico deCarvajal, Jesús Prados Arrarte y tantos otros. Era la primera vez desde el finde la guerra que de una manera pública y solemne se producía un encuentro detan amplias proporciones. Salvador de Madariaga escribió que con aquelencuentro entre españoles terminó la guerra civil. Fue, desde luego, el primerpaso para la reconciliación.

En Munich aquellos españoles aprobaron por unanimidad unaresolución, que por su moderación y generosidad marca, a mi juicio, lo que seráel "espíritu de la Transición". Tras reconocer que la integración de todo paísa Europa exige "instituciones democráticas que garanticen que el gobierno sebasa en el consentimiento de los gobernados", el texto agrega:

"Los delegados españoles, presentes en el Congreso, expresansu firme convencimiento de que la inmensa mayoría de los españoles desean queesa evolución se lleve a cabo de acuerdo con las normas de la prudenciapolítica, con el ritmo más rápido que las circunstancias permitan, consinceridad por parte de todos y con el compromiso de renunciar a toda violenciaactiva o pasiva antes, durante y después del proceso evolutivo".

Pero este espíritu todavía no había llegado a la totalidadde las fuerzas políticas de España. Por eso el significado de la reunión deMunich fue -y ése es también su valor- el de un acto precursor. El régimen deFranco reaccionó con virulencia y desató una feroz campaña denigratoria de losallí congregados. De ahí que el encuentro haya pasado a la historia como el"contubernio de Munich". A la mayoría de los asistentes, a su regreso a España,se les hizo elegir entre el exilio o el confinamiento. Como tal, la reunión deMunich fue un fracaso. Sus objetivos no se pudieron cumplir a corto plazo.Pero, sin duda, fue una semilla, que marcó el camino que conduciría a la Transición. Desdeentonces se vio a Europa -la Europa democrática- como la solución y talplanteamiento fue uno de los elementos que formaron parte esencial del futuroconsenso.

Desde el "contubernio de Munich" todo empezó a ser diferenteen la vida política española. Comenzaron los agitados años sesenta: larecepción del Concilio, el robustecimiento de un movimiento obreroreivindicatorio, el estallido de las revueltas estudiantiles, las sucesivasaperturas del Régimen, y, en el trasfondo, un intenso cambio social sustentadopor una prolongada y consistente prosperidad económica. El camino hacia laTransición se había puesto en marcha.

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