Rosalía ha hecho lo que nadie está haciendo: mirar(se)

La verdad es que no pensaba escribir este artículo, porque pensaba que ya todo estaba dicho (quizás ya se ha dicho demasiado). También pensaba en esperar a que saliera el álbum completo de LUX para escribir algo (sabiendo la cantidad de otros artículos que saldrían al respecto). Pero, después de que una gran amiga me mostró que hay más de veinte artículos en medios importantísimos todos hablando sobre Rosalía, salté.
Mi amiga se sorprendía y decía, con mucho tino, que todos pretenden algo distinto con Rosalía y su nueva canción Berghain, que forma parte del álbum que está por sacar: LUX. Unos quieren aplaudirla, otros quieren denostarla, otros más pretenden explicarla o hasta politizarla. “Y todo esto con el hecho imponente de una mujer que se encuentra con un vacío, teniendo todo, y que intuye que es el espacio de Dios”, decía mi amiga.
Y ella tiene razón. Tanta razón tiene que me hizo frenar en seco. Porque tengo días viendo todo este despliegue mediático como desde afuera, como desde lejos, como si fuera un huracán al que no pertenezco. Intenté, también, darle una explicación al huracán. Intenté politizarlo, intenté aplaudir o denostar una actitud o la otra. Pensé en tantas cosas: que los que escriben estos artículos son producto (¿o víctimas?) de una secularización que yo no he vivido y que jamás entenderé, que tienen una extrañeza frente al catolicismo que no comparto, que justo por esto me desencanté del periodismo porque solo se escribe sobre cualquier cosa porque es tendencia y no noticia, que la política puede llegar a ser tan descarada como para mezclar a Rosalía y a la película “Los domingos” con Franco…
Pero fue mi amiga la que me hizo volver sobre mis pasos. Al decir que todo este despliegue sucede por “el hecho imponente de una mujer que se encuentra con un vacío, teniendo todo, y que intuye que es el espacio de Dios” me hizo caer en la cuenta de algo que creo que todos hemos pasado por alto.
Rosalía existe.
Sí, Rosalía existe.
Y solo podemos estar teniendo esta conversación porque a) Rosalía existe, b) su vacío existe c) ella ha tenido la intuición de decir que ese vacío solo lo llena Dios.
Parece que la reacción mediática en general ha sido la misma, a pesar de que cada quien tira para su lado. Nadie se ha parado a hacer lo que Rosalía ha hecho. Hoy solo podemos saber que Rosalía siente un vacío que ella intuye que solo lo llena Dios porque Rosalía se ha parado a mirar. Lo voy a repetir: Rosalía se ha parado a mirar. Rosalía ha descubierto en ella un vacío porque se ha mirado a sí misma. Y solo porque se ha mirado a sí misma y ha mirado ese vacío y ha intentado medir las dimensiones de ese vacío para descubrir qué lo llena (que no han sido “los amores, las cosas materiales, los líos en los que se mete”, como ella misma ha dicho), es que ella puede decir “quizás este vacío solo lo llena Dios si yo le dejo entrar”.
¿Y qué ha hecho el resto? Se han convertido en la orquesta que persigue a Rosalía por todo el vídeo de Berghain. No lo hizo nadie con Rosalía lo que hizo la chica que la entrevistó en pijama: callar, mirar, escuchar.
Aquí, todo el mundo saltó a hablar. Aquí todos saltaron a dar su opinión. A explicar qué es lo que le pasa a Rosalía. A decir que esto es una moda. A decir que esto atenta contra la mujer empoderada en la que se había convertido la cantante. A decir que esto es una reacción a la secularización europea. A decir tantas cosas…
Pero nadie se ha parado a mirar, porque nos parece poco. Nos parece poco detenernos delante de algo y sorprendernos de que ese algo, o alguien, existe. Cuando a Rosalía se le ha ido la vida (y la ha ganado, creo) en ello. En mirarse. En mirarse hasta el fondo. En mirar su vacío. En mirar qué llena ese vacío.
Parece que todo aquel que ha saltado a sacar conclusiones tiene un apremio por meter en su esquema del mundo qué significa esto que es Rosalía, su vacío y su intuición. Es como si todos necesitaran “hacer algo” con ella. Como si Rosalía fuera una papa caliente que no pueden sostener en sus manos por demasiado tiempo sin quemarse y se la lanzan a otros a través de un artículo. Es como si estuviésemos tan entrenados en la dinámica de tomar posición, de tomar bando, de ser abogados, jueces y verdugos, que ni siquiera nos paramos a ver que si somos abogados, jueces y verdugos es porque hay un acusado. Hay alguien, alguien, una persona, que ha provocado todo este movimiento. ¿Y la vamos a ignorar? ¿Vamos a apartar la mirada de la protagonista de todo esto?
¿Quién, realmente, ha mirado a Rosalía? ¿Quién la ha mirado por lo que es: una chica con un vacío y una intuición? Me da la sensación de que Rosalía podría salir de la habitación en cualquier momento y la gente en esa misma habitación seguiría discutiendo si lo que dice es o no es correcto. ¿Qué no ven que se ha marchado? ¿Alguien va a seguirla? ¿O es que es más importante la conversación sobre ella que ella en sí misma?
¿Por qué, realmente, todos están hablando? ¿Por el hecho de que estas declaraciones sean tendencia, porque son políticamente incorrectas, porque son incómodas, o simplemente porque existe una chica que lo tiene todo y ha dicho “me falta algo y creo que quien me llena es Dios”? ¿Qué es lo que nos ha sorprendido, así como para hacernos hablar tanto? ¿La tendencia, la canción y el álbum, o ella misma, con su vacío y su intuición?
Y mientras corren ríos de tinta con análisis sobre Rosalía, sobre su nuevo álbum, sobre sus canciones y su música, ella se ha mirado. Sí, Rosalía se ha mirado. Pero, ¿la hemos mirado nosotros? Sí, Rosalía se ha mirado a sí misma hasta el fondo. Y, ¿nosotros? ¿Nos hemos mirado a nosotros mismos?
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