El otro es la barbarie

Hace años visité con mi hijo mayor el Monasterio de El Escorial y una guía nos recomendó la lectura de Los Episodios Nacionales de Galdós. Tenía razón, nada de lo que sucede en la política española actual no lo ha contado ya el genial escritor canario.
Como en un episodio titulado «Los Ayacuchos» donde Fernando Calpena, protagonista de la III serie en una conversación con un amigo le comenta.
«Paréceme que no sería conocimiento de la Humanidad al atribuir cualidades tan contradictorias a los que en uno y otro bando luchan por sus ideas, ni al suponer que éstos son ángeles y aquellos demonios, que los de acá proceden por estímulos honrados y todo lo que piensan y hacen es la misma perfección, mientras que los de allá no imaginan ni ejecutan nada que no sea perverso, criminal o desatinado. Con semejante criterio, no lograremos fundar aquí sólidas instituciones, ni con tal manera de combatir se puede ir más que a la continua guerra civil, al desorden y a la barbarie.»
Me ha venido a la mente esto al hilo de una izquierda que ve extrema derecha por todas partes con un discurso moralizante asfixiante. Lo cual raya lo obsceno y nos enfada aún más a las mujeres viendo como son las conversaciones entre los Ábalos y los Koldos de turno. ¡Y esos eran los defensores de las mujeres! Si realmente se creen lo de la extrema derecha entonces como dice Ricardo Dudda en La verdad de la tribu: “señalar los prejuicios y etiquetas a millones de votantes de racistas y reaccionarios no parece la mejor idea para recuperarlo”.
Por otra parte, la derecha espoleada por Ayuso no pierde la oportunidad de enfrentarse a Sánchez, lo cual no es difícil, pero a veces a costa de caer en clara contradicción incluso con su propio electorado. Por ejemplo, por su posicionamiento a favor de Israel. Las declaraciones del Presidente del Gobierno sobre el tema no han sido irracionales (sí ha sido bastante frívolo su apoyo a la flotilla). Ha hablado de Hamas como un grupo terrorista y de genocidio sobre el pueblo palestino. El PP ha decidido cerrar filas y dar un apoyo a Israel, cuando el tema tiene muchas aristas sólo por posicionarse enfrente de Sánchez.
Es legítimo que cada uno pueda tener sus predilecciones, pero incluso los que tienen preferencia por Israel comprenden perfectamente que el gobierno de Netanyahu ha cruzado muchas líneas absolutamente inmorales. Si mi amigo comete un delito yo puedo intentar ayudarle, puedo intentar comprenderlo pero no defender su delito. Cualquier votante, y el votante del PP no es tonto, lo entiende. Sin embargo, el PP ha renunciado a tener una postura original y simplemente ponerse enfrente de Sánchez. ¡Qué pobreza!
P.D: Para concluir esta serie sobre mis lecturas de este verano acompañada con Galdós debo de decir que Sánchez me recuerda a Fernando VII. Puede ser una cosa y lo contrario según le convenga mejor.
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