León XIV: el hombre en el nombre

La elección del nombre constituye un poderoso mensaje a la Iglesia y al mundo de parte de un Papa recién electo. León XIV no es la excepción. El nombre desvela al hombre acorde a una profunda tradición bíblica. Por el potente mensaje dado desde el balcón en que anuncia una Iglesia misionera capaz de anunciar a Cristo resucitado para tender puentes de diálogo, encuentro y unidad en la justicia y la misericordia en la Iglesia y con el mundo, la clave de interpretación hay que buscarla en León XIII.
León XIII tomó el timón de la barca de Pedro en el último tercio del siglo XIX, en un momento de profundas transformaciones que habían puesto a la Iglesia en una situación de profundo desconcierto, por decirlo suavemente. El ascenso de los estados nacionales y el liberalismo triunfante habían desplazado a la Iglesia de sus tradicionales posiciones de poder hacia la sociedad civil. En el desconcierto, Pío IX había condenado en el famoso “Syllabus” los errores del tiempo, mostrando una posición defensiva y autorreferencial. El colapso de los Estado Pontificios, la suspensión del Concilio Vaticano Primero y el consecuente encierro del Papa dentro del Vaticano en 1870 son la metáfora de la situación eclesial en aquel entonces; pero en 1878 fue elegido León XIII dando inicio un profundo proceso de transformación que llega hasta la elección de León XIV.
Dos iniciativas de León XIII marcarían el rumbo de la Iglesia desde entonces. La primera, mejor conocida, dejar de lado el aislamiento para hacerse cargo de los problemas del tiempo. En 1891 publicó la célebre encíclica Rerum Novarum en la cual se hacía cargo de las profundas injusticias sufridas por la clase trabajadora. Nacía entonces la Doctrina Social de la Iglesia con lo cual regresaba la voz y la iniciativa a la catolicidad.
La segunda iniciativa es menos conocida, mas no por ello menos trascendente. Para comprenderla es menester volver la mirada a la Inglaterra de mediados del siglo XIX y fijarla en la persona de John Henry Newman, iniciador del movimiento de Oxford que buscaba la verdad histórica del anglicanismo en la tradición apostólica. Convencido de que ésta sólo se sustentaba en la Iglesia de Roma, decidió convertirse al catolicismo y confirmar su ordenación sacerdotal. Newman desarrolló un pensamiento lleno de imaginación en el cual sobresalen dos propuestas. Una, que el centro del evangelio es la dignificación de la persona por la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo quien desvela el profundo amor de Dios por la humanidad; otra, que la doctrina cristiana se desarrolla con la historia en un proceso permanente de diálogo y adaptación a los problemas del mundo. Sin estos elementos, la gracia y la historia de la Iglesia serían inexplicables. Su pensamiento causó desconfianza en los sectores afines a Pío IX sumiéndolo en el ostracismo. Fue León XIII quien dio carta de naturalización a la propuesta de Newman al crearlo cardenal en 1879.
La teología de Newman y la Doctrina Social de la Iglesia desataron un proceso de transformación de la Iglesia que cristalizó en el Concilio Vaticano Segundo a principios de la década de 1960. Decir que León XIV implica continuidad con Francisco es decir muy poco de su persona. El nuevo Papa es un hombre radical en la dignificación de la persona por la resurrección de Cristo, como quien expresa en su nombre una profunda historia de renovación en la esperanza iniciado hace 150 años.
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