¿En qué consiste el Plan ReArm Europe?

Se vienen a añadir a todo un elenco de siglas de instrumentos que han venido sucediéndose desde 2016, fecha en que se aprobó la Estrategia Global de la UE, de Federica Mogherini -recordemos que la invasión de Crimea ocurrió en 2014.
Los datos nos hablan de que llevamos un crecimiento sostenido del gasto en defensa en Europa, desde 2014, si bien, el 24 de febrero de 2022 es el verdadero desencadenante del nuevo “momentum”, que se dice en “bruselense”. Se acelera todo.
El nuevo Plan de Rearme europeo propuesto por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, es novedoso porque menciona la cifra increíble de 800.000 millones de euros en 4 años. A la altura de los 750.000 millones de los Fondos NextGeneration, y porque habla de deuda mancomunada entre los 27 Estados que forman la Unión Europea, por un monto de 150.000 millones de euros.
El Plan marca un hito sin precedentes en la historia de la defensa de la UE, sobre todo, al compararlo con los instrumentos existentes hasta ahora. Hasta la fecha, solo existe el Fondo Europeo de Defensa, desde 2021 y hasta 2027, por un montante de unos 8.000 millones para investigación y desarrollo, ampliado en 2024 en 1.500 millones. Para situarnos, el presupuesto de defensa y seguridad comunitario, el total, ronda los 13.000 millones de euros (Heading 5), siendo el menor de todos los Capítulos de gasto de la UE, que en total llegan al billón de euros.
El punto de vista financiero es crítico para comprender el cambio de paradigma, porque se ha pasado de informes de la Comisión sin presupuesto, a presupuestos con informes. Es un escenario que se anticipa muy distinto. No obstante, sobre el tapete está la reforma de los Tratados, pues la UE, por extraño que parezca ahora, no puede financiar gasto militar, y todas las decisiones han de adoptarse por unanimidad.
El Plan ReArm Europe distingue dos vías de financiación. Una primera, que exige la concurrencia de los 27 Estados Miembros en un plano intergubernamental (por tanto, nos salimos del plano comunitario), en el que se pretende que los estados gasten de sus presupuestos nacionales 650.000 millones de euros; otra vía, de 150.000 millones de euros, que serán avalados por la UE, a través del mecanismo SAFE (bonos europeos para defensa, para entendernos), que exigirá previamente obtener esa financiación en los mercados de capitales (privados).
Por descontado, esto requiere que los planes de defensa sometidos a la financiación sean coherentes y sólidos y que, en consecuencia, permitan al sector privado confiar para invertir. Además, deberán ser elaborados por dos o más países. Igualmente, se anticipa el relevante papel del Banco Europeo de Inversiones, que aún tiene que variar alguno de sus criterios para otorgar financiación, que en todo caso se duplica alcanzando los 2.000 millones de euros. Las dudas vienen de si la UE será capaz en tan breve tiempo, absorber tan ingente cantidad de recursos, porque actualmente, no hay capacidad industrial para todo lo que se necesita producir.
En el escenario propuesto el gasto se va a multiplicar, como poco, por 100, y aún queda por negociar el nuevo presupuesto comunitario 2028-2034.
El objetivo es gastar en defensa de manera conjunta con otros Estados Miembros -tal y como se exige en la Estrategia de Defensa de la UE-, hasta un 40% de las adquisiciones, y hacerlo de forma que el 65% del coste total de los componentes provenga de países dentro de la UE, Noruega, Suiza, Islandia, Liechtenstein o Ucrania, no es fácil, y lleva tiempo. Asimismo, de acuerdo con la Estrategia industrial en 2030, el 50%, y para 2035, el 60% de las adquisiciones habrá de ser gastado en proveedores establecidos dentro de la UE. Precisamente el tiempo que no tenemos, que comentaba para estas mismas páginas el Almirante Tafalla.
Otro factor esencial dentro de la exploración de los mecanismos de financiación tiene que ver con la relajación de las normas fiscales, pues se podrá exceder el límite de déficit en 1.5% del PIB, siempre que se destine a gasto militar, siendo un incremento que quedará a la voluntad de los Estados, si bien, habrá que esperar a la cumbre de junio de la OTAN. En cualquier caso, parece que países como España, pasarán a doblar su gasto en pocos años. Y el porcentaje en la UE pasará del 1,9% al 3,5%, según expertos como Carlos Martí Sempere
De esta suerte, la innovación que supone la financiación a través de la deuda mancomunada, y su vinculación con producción “nacional” europea y… ¡la relajación de las normas fiscales!, nos da una idea muy fiel de la gravedad de la situación internacional.
La Unión Europea, está sola. Es cuestión de tiempo que debamos defendernos de cualquier ataque contra nuestros intereses y territorio, así como contra nuestra población, en pocos años. El apoyo norteamericano no está claro que llegue a tiempo, si llega, como ha trascendido en el Washington Post.
Se aprecian ciertos riesgos y resistencias entre los 27 Estados Miembros, (aunque no deberían calificarse como divisiones), sobre todo en el plano presupuestario y fiscal, que ciertamente, nos hablan de la necesidad de profundizar en una Unión Fiscal y Bancaria.
El éxito de este gran esfuerzo que nos lleva a un nuevo ciclo inversor en defensa va a depender, sobre todo, de que se logre el objetivo abiertamente declarado: armar a los ejércitos de los 27 Estados Miembros, lo suficiente como para disuadir a eventuales agresores, en concreto, a Rusia; pero además, de que sea sostenible financieramente en el tiempo, que implica observar el impacto de la deuda conjunta en cada país, velando por que no se disparen los tipos de interés, así como observar el MFP (2028-2034) de manera que el presupuesto europeo sea capaz de cubrir parte de las capacidades militares necesarias; que permita un nuevo equilibrio entre la UE, Gran Bretaña y los EE.UU., al tiempo que avanza en soberanía estratégica, incluida la operacional, referida a la cadena de mando, y en relación con la creación de una capacidad desplegable en situaciones de crisis.
Ahora bien, el verdadero éxito se debería medir desde el punto de vista de si se logra o no una mayor integración europea en la defensa, lo que se denomina la “europeización” de la defensa europea, que pasa por un papel mas destacado de la Comisión Europea, en tareas de coordinación del ciclo inversor europeo.
El reto es enorme, dada la escasa capacidad industrial, la fragmentación del mercado europeo en 27 minimercados nacionales, la falta de empleados cualificados, la ausencia de una conciencia de defensa en la generalidad de los europeos, mayoritariamente en el oste y sur de Europa, la excesiva regulación que ralentiza toda cooperación industrial europea.
El Libro Blanco es el lazarillo para gastar mejor, juntos y europeo, en defensa. Para una nueva reestructuración y consolidación industrial de defensa, y de la PCSD. En siete áreas de capacidad críticas, identificadas con los Estados: movilidad militar, IA, cuántica, ciber y guerra electrónica, habilitadores estratégicos e infraestructura crítica.
Para ello la propuesta a 2030, en línea con la Estrategia Industrial de Defensa de 2024, y con el documento de la Brújula Estratégica de marzo de 2022, es agregar la demanda de los 27 Estados Miembros, porque no cabe pensar en defensa europea sin una política europea única de contratación pública de defensa, o de exportaciones. Asimismo, el Libro va más allá de la industria de defensa, y aborda la necesaria movilidad militar, las inversiones en infraestructuras, así como el almacenamiento y reservas para estar preparados para el peor escenario (“readiness”, “preparedness”), así como aborda la unión con la industria militar ucraniana, el necesario fortalecimiento de las alianzas con Noruega, el Reino Unido, Canadá, así como con socios del Indo-Pacífico, y la propia OTAN, mientras se propone la simplificación de la legislación actual a través de la «Defence Omnibus», prevista para antes de verano de 2025 y la simplificación de la contratación pública de defensa de la UE.
Si hubiera que resumir todo lo que se está haciendo, se podría decir: disuasión, preparación, innovación, inversión, aceleración, gasto, juntos, europeo. Y si hubiera que elegir una palabra: Europa.
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