Caballo de batalla
Joey nace en una aldea de Devon, y enseguida se encapricha de él el joven Albert Narracott, el hijo de unos granjeros, Ted y Rose. Le cuida y le educa hasta que llega la Gran Guerra, y el caballo es reclutado por el Ejército, que se dispone a cruzar el Canal para combatir a los soldados del Kaiser en tierras francesas. Así, Joey cambia de manos y pasa a ser de un oficial honesto que le promete a Albert que se lo devolverá,… si sobrevive para hacerlo. El caballo irá de mano en mano hasta un final apoteósico, que debe desvelarse en la sala de proyección.
Caballo de batalla conjuga defectos y virtudes. Las virtudes se refieren a la forma y al fondo. Spielberg rueda magníficamente y consigue imágenes portentosas. La fotografía de Janusz Kaminski es asombrosa, así como la dirección artística. Spielberg dirige con fuerza a los actores, entre los que destacan Emily Watson, Celine Buckens, Niels Arestrup o Peter Mullan. Como siempre en Spielberg, bajo el guión existe un convencimiento antropológico positivo. La mayoría de los personajes hacen gala de una humanidad y nobleza a prueba de bombas. Las mujeres que aparecen son fuertes, valientes e insobornables. La película ensalza con emotividad las relaciones familiares, la capacidad de sacrificio, el heroísmo en la guerra y también una cierta religiosidad, cuatro temas vertebrales de los clásicos americanos.