Tristeza, no desesperación
"Los gobiernos regionales tendrán que deshacerse de algunas de sus responsabilidades, reducir los amplios servicios sanitaros y educativos", recomendaba la referencia del "mundo liberal", progresista, estadounidense. Es lo que leen los chicos de los mercados, que en la quinta avenida de Nueva York o en Westminster utilizan un metro mucho peor que el de Madrid.
En el nuevo ministerio de Hacienda y Administraciones Territoriales este fin de semana, con poco tiempo para las celebraciones de fin de año, han estado leyendo y releyendo los datos de ejecución presupuestaria. Y les dicen lo mismo que la prensa anglosajona. Un alto cargo contaba el sábado que, tras la subida del IRPF y del IBI, después de haberles pegado un tajo a todos los ministerios, lo próximo son las Comunidades Autónomas. Las medidas del 30 de diciembre corresponden a los 16.5000 millones de los que Rajoy habló en el debate de investidura. Pero hay que sumar 20.000 millones más por los dos puntos de déficit oculto y Hacienda quiere sacarlos de los gobiernos regionales.
La tristeza de la que hablaba The Economist es soportable, la desesperación no. Ya llevamos mucho tiempo llorando y sudando, ahora lo que necesitamos saber es que esas lágrimas y ese sudor sirven para algo.