Con mi material humano
Este jueves a las 21 horas se presenta en Milán, en el salón Pío XII, Perché sono un Uomo. La presentación de mi biografía de Giussani, coincide con el 19 aniversario de la muerte del fundador de Comunión y Liberación. No comprendes bien lo que has escrito hasta que no se escucha el eco que ha tenido en los lectores. Son los lectores los que te hacen entender.
En los últimos meses he recibido varias cartas de personas que han leído la biografía. Una de ellas me decía: “el libro me hace darme cuenta de que realmente todo -todo lo que se sabe de Giussani- es fruto de una experiencia, de una razón, de un afecto y de una libertad que conmueven. No es que él lo sepa a priori”. Otra me señalaba: «el libro me hace comprender mejor que para amar a Cristo hay que ser ante todo hombre, y que si uno es verdaderamente hombre, no puede dejar de amar a Cristo». «Cristo es la vida de mi vida», dijo Giussani. Aparece, sobre todo, la figura (y la estatura) de un hombre (Giussani) que busca la plenitud de su humanidad, que busca, encuentra y experimenta el céntuplo aquí abajo”.
¿De dónde ha nacido, de dónde nace la figura gigante de Giussani que, como dice el papa Francisco, es un potencial que está todavía por descubrir? El origen y el desarrollo último de cualquier personalidad madura es siempre un misterio, siempre es el resultado del encuentro del misterio de la libertad de Dios y de la libertad del hombre. Giussani dice de sí mismo que en él todo ese desarrollo ha sido consecuencia de la historia, de circunstancias vividas como vocación.
Escribir es conocer. Poco antes de ponerme a escribir me di cuenta que no podía conocer y contar algunas escenas de la vida de Giussani utilizando otro método diferente al que él había utilizado y usado para conocer y describir lo humano. El “objeto Giussani” impone un método. Por supuesto era necesario documentarse con los excelentes trabajos que ya se habían escrito, escuchar a los testigos, visitar los lugares donde había vivido. Pero no debía buscar una inteligencia particular sino prestar atención para dejarme sorprender por las emboscadas de una vida llena de belleza.
Si Giussani dice de sí mismo que todo en él ha sido historia, el reto era y es sorprenderlo en acción, identificar su modo de reaccionar, bucear en la estructura de su reacción ante los múltiples retos y problemas que surgieron en su vida. Y para hacer esta indagación no tenía ni tengo otro material que mi propia humanidad. Para comprender y aprender, por ejemplo, de la relación de Giussani con Leopardi tenía que entender a qué problema “respondía” el poeta. Para no convertirme en un frío cronista de la relación entre un joven seminarista de 13 años que siente la insuficiencia de la vida y un poeta ateo para el que todo es sombra tenía que meterme dentro de esa relación. Y para meterme dentro necesitaba y necesito la experiencia de mi propia insuficiencia. Solo se comprende de experiencia a experiencia. Era y ha sido eso lo que me ha ayudado a presentar y vivir una relación contemporánea con Giussani, con el que apenas tuve relación. Muchos de los problemas con los que se enfrentó Giussani siguen muy presentes. Dos de ellos seguirán acompañándonos hasta que se acabe el mundo: el irreductible deseo que domina nuestros días y la carne Cristo que sale al encuentro de ese deseo. Otros siguen tan vivos como en los años 50 del siglo pasado, por ejemplo, el reto de transmitir la fe en un mundo secularizado. Han aparecido nuevos retos. Lo que impide que Giussani se convierta para mí en una figura cada vez más lejana en el tiempo es reconquistar con mi propio material humano la fuente de la que surge su experiencia, su modo de estar en el mundo, su modo de decir Tú. Esperar y reconocer a las personas en las que esa experiencia sigue viva.
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