Un hombre sufriente llamado Tarkovski (II)

Cultura · Juan Orellana
COMPARTIR ARTÍCULO Compartir artículo
| Me gusta 0
29 agosto 2011
De la religiosidad a la amistad De los diarios de Tarkovski se desprende algo muy claro: era un hombre muy variable, y a veces contradictorio. El no haber recibido una educación religiosa hace que su sentido religioso -descomunal- se manifieste de forma algo amorfa: tan pronto siente interés por la meditación budista, como por temas de parapsicología, ufología o de naturismo. Pero por encima de todo, y a pesar de que alguna vez se autodenomina agnóstico, está su certeza sobre Dios, y su identificación creciente con el cristianismo. Al principio, por razones obvias de contexto e historia, hay en él un cierto rechazo del catolicismo que cederá paulatinamente a medida que lo conozca de primera mano. De hecho, la primera vez que sus prejuicios se desmoronan es cuando, ya en Italia, descubre un icono en una iglesia católica.

Entiende que el catolicismo es capaz de abrazar sin problemas su tradición ortodoxa y eso le deja estupefacto. "Hoy me ha ocurrido una cosa increíble. Estábamos en Loreto, y yo me sentí disgustado porque no quería rezar en una catedral católica. Después llegamos a un pueblo marítimo. Portonovo, y entramos en su iglesia vieja y pequeña. Y en el altar veo de repente una copia del icono de La Madre de Dios de Vladimir. ¡Increíble! ¡Ver inesperadamente en una iglesia de un país católico un icono ortodoxo, cuando yo había pensado que no podía orar en Loreto! ¿No es un milagro?" Otra ocasión que le impactó fue en mayo de 1980 cuando visitó San Pedro de Roma durante una intervención de Juan Pablo II. "He visto y oído la intervención del Papa ante la gente, una multitud que llenaba toda la plaza con banderas, carteles y pancartas. Es extraño: me ha impresionado mucho esta comunión de gente. Había en ello algo natural, orgánico. Estaba claro que esa gente se había reunido por propia voluntad". En los últimos años de su vida incluso iba a misa, y entraba a menudo en las iglesias a rezar, y hacía ayunos periódicos. Su diario está plagado de plegarias a Dios y a la Virgen por su familia y por él mismo, plegarias que eran auténticos gritos de socorro. Andreotti llegó a decir que era el único cineasta del mundo verdaderamente cristiano.

Tarkovski partía de una concepción del hombre en la que hay una espiritualidad que está hecha para la Verdad y la Belleza.  Para él no se trata de una afirmación de tipo confesional. Es una constatación universal desde la experiencia. No es un principio que haya que defender, es un hecho evidente. Que el hombre está hecho para el infinito es, dice Tarkovski, la base del arte, de la filosofía y de la religión. "Es genial esta idea del infinito unido a la vida efímera del hombre […] En la tierra, el hombre ha comprendido que está ante el rostro del infinito […] En arte se puede mostrar el horror en el que viven los hombres, pero sólo si se encuentra la forma de expresar la fe y la esperanza."

Tarkovski se pasó la vida sufriendo: padeció por el comunismo, por su relación con Larisa -su segunda y definitiva esposa-, por la vida desordenada de su hija Olga, por su falta de dinero, por sus continuos problemas de salud, por su exilio, y finalmente por un cáncer que le llevó a la muerte muy joven y lleno de dolores. En esta Via Crucis, fueron consuelo fundamental sus amigos. Ciertamente muchos hombres de cultura se acercaron a él, quizá movidos más por intereses artísticos o profesionales que otra cosa: Rostropovich, Claudio Abbado, Fellini,… pero hay otros que realmente se vincularon humanamente a él en una amistad más comprometida. Es el caso del director polaco católico Krzystoff Zanussi, en cuya casa de París acabó instalada su familia durante la enfermedad de Andrei. Posiblemente Zanussi fue uno de los pocos cineastas que supieron entender verdaderamente el alma de Tarkovski. El otro fue el director francés Robert Bresson, con quien tuvo también una profunda relación, aunque creo que menos intensa.

Interesante y curiosa fue su relación con Roberto Formigoni y con el Movimento Popolare, vinculados ambos a Comunión y Liberación. Su primer encuentro fue gracias al Meeting de Rimini de 1983: "Preparo una conferencia sobre el arte hoy, para Rímini. Ellos lo promocionarán en el marco de un lema bastante extraño: Mono, hombre, robot. […] Finalmente se celebró el tradicional Meeting, organizado por un movimiento católico de la Romagna. Catorce mil personas invitadas, y se quedaron fuera entre dos mil y cuatro mil. Un ochenta por ciento eran jóvenes. Era un espectáculo muy impresionante. Mi intervención fue recibida con mucho entusiasmo." Un año después, en plena lucha por conseguir que la URSS le dejara reunirse con su hijo, en agosto de 1984 escribe: "El Movimento Popolare ha organizado una rueda de prensa para mí y mi mujer. El responsable es Roberto Formigoni, un hombre agradable según me ha parecido. Es monje. Durante dos días los periódicos de Europa han escrito sobre nuestro problema -la reunificación familiar- y sobre la rueda de prensa."

Entre diciembre de 1984 y enero de 1985 Tarkovski vuelve a hablar del apoyo del Movimiento Popular, en este caso en Milán y en Florencia, donde hubo encuentros públicos que la gente de CL apoyó con entusiasmo. También organizaron una retrospectiva gratuita de sus films con enorme acogida. En Florencia, los jóvenes de CL le enseñaron la Galería de los Uffici cuando estaba cerrada al público. Allí quedó maravillado con La adoración de los magos de Leonardo, y un año más tarde utilizaría ese cuadro en los créditos iniciales de su obra maestra, Sacrificio. "Unos jóvenes encantadores del Movimento Popolare nos acompañaron a todas partes y nos ayudaron en todo." A medida que aumentaba el sufrimiento de Tarkovski por el impedimento de reunirse con su hijo, Formigoni se implica más, incluso en el Parlamento Europeo, y a través de Andreotti. En septiembre de 1985 Andrei anota en su libreta: "Ahora tengo un abogado de Milán, un amigo de Andreotti, que pagará el Movimento Popolare." En noviembre escribe que quiere pedir apoyo al Papa a través de Formigoni. Su traslado a Suecia a rodar, y posteriormente a Paris a tratarse el cáncer, interrumpieron esta relación gratuita y sincera.

La noche del 18 de diciembre de 1986 falleció Tarkovski en la clínica Hartman de Neuilly. Los últimos días no pudo escribir en su diario. Pero no es difícil imaginar su oración viendo al personaje de Alexander de Sacrificio, postrado en el suelo, rezando un padrenuestro en medio de un ataque de pánico. Tampoco es difícil imaginar, como en el film, que Dios acogió su ofrenda y obró el milagro de una vida nueva, sin muerte ni oscuridad.

Noticias relacionadas

En el 300 aniversario del nacimiento de Kant
Cultura · Costantino Esposito
Para recordar a un genio como Kant trescientos años después de su nacimiento -Königsberg, 22 de abril de 1724- es mejor no ceder al gusto de la celebración. Mejor partir de algunos de los nodos no resueltos de su pensamiento....
24 abril 2024 | Me gusta 0
Simón: ¿por qué frente a tanto mal surge tanto bien?
Cultura · Isabella García-Ramos Herrera
Simón (2023) es la primera película venezolana en llegar a Netflix Latinoamérica y España, después de su nominación a los premios Goya como “Mejor película iberoamericana” y ser ganadora y nominada en otros certámenes como el Heartland International Film Festival, The Platino Awards for...
1 abril 2024 | Me gusta 5
Tomarse a Dios en serio
Cultura · Antonio R. Rubio Plo
Ha llegado a mis manos un interesante libro "Tomarse a Dios en serio", escrito por Joan Mesquida Sampol, un funcionario de la Administración balear, con formación jurídica y en ciencias religiosas. El título va acompañado de este esclarecedor subtítulo "La dificultad de creer en un Dios que no...
19 marzo 2024 | Me gusta 5