El invierno afgano
Casi cuatro meses después de la toma del poder por parte de los talibanes, Afganistán está “al borde de una carestía masiva” y, aunque su población sufre problemas de malnutrición desde hace décadas, según el New York Times, la situación ha “empeorado drásticamente” en los últimos meses. Así lo muestra el reportaje del diario americano en Shah Wali Kot, provincia de Kandahar, donde “niños esqueléticos y madres anémicas ingresan desnutridos en las plantas de los hospitales, muchos de los cuales carecen del material médico que hace tiempo les donaban”.
Sin embargo, la interrupción de las ayudas humanitarias en el país no es la única causa de la carestía actual. Son 25, de un total de 34, las provincias afganas afectadas por la peor sequía de las últimas décadas, que se calcula que puede reducir en un 20% las cosechas de este año. En el pueblo de Kamar Kalagh, provincia de Herat, la situación es desastrosa. A pesar de los remedios puestos en práctica por sus habitantes, el pozo local solo es capaz de proporcionar agua a diez de las 150 familias residentes (AP News).
Aspectos que, sumados a los combates y a la violencia, han llevado a 700.000 afganos a huir de sus casas, dirigiéndose en gran parte hacia las ciudades. Associated Press describe lo que sucede en Herat, donde cada día varios autobuses llevan a cientos de afganos hasta la frontera con Irán. Allí, los traficantes intentan introducirlos en el país (se calculan unos 300.000 refugiados en los últimos tres meses). La mayoría se quedará, pero algunos sueñan con llegar a Europa. “No tenemos opción. En nuestro pueblo, la economía es un desastre. Aunque eso signifique morir en el camino, lo aceptamos”, afirma Haroun, un joven de 20 años.
Un consuelo parcial podría llegar con la recuperación del flujo de ayuda humanitaria. Para que eso suceda, es necesario que los demás países encuentren la forma de coordinarse con el gobierno talibán. Según varios analistas, eso está empezando a pasar (aunque muy lentamente) y a medio plazo amortiguará el debate sobre el reconocimiento del gobierno talibán. Emiratos reabrió su embajada en Kabul en noviembre, antes supimos el papel de Qatar como mediador en la relación de los talibanes con Estados Unidos, mientras la Unión Europea planifica reabrir una sede y Japón envía a su ministro de Exteriores de visita a Kabul. Evitar el aislamiento total de los talibanes parece responder a una de las principales críticas sobre la ocupación occidental del país en The Ledger, presentado por el Financial Times como libro de la semana. Según sus autores, David Kilcullen y Greg Mills, la negativa de Donald Rumsfeld a incluir al mulá Omar en el gobierno Karzai fue el detonante del fracaso americano. Este sería el resultado de un objetivo imposible de “aniquilación militar [de los talibanes] cuando eran más una cultura que un cuerpo”.