Alerta: spoiler
En el último capítulo de This is Us el protagonista es un personaje, que ha sido secundario en temporadas anteriores, que vive solo en una caravana vieja en medio de la nada. Lleva allí 50 años sin ver a nadie, se ha convertido en un ermitaño que no sabe relacionarse con nada ni nadie más allá del alcohol. Durante todo el capítulo se van desvelando diversos hechos de su pasado en los que él pone todo su empeño en pedir perdón, en volver a empezar y salir de su miserable vida, pero en el último momento se echa siempre atrás.
En este último capítulo, ambientado en época covid, su sobrino, con el que ha tenido mucha relación en la temporada anterior, le envía una invitación para el bautizo de sus mellizos. Nuestro protagonista atraviesa un montón de dificultades y miedos pero finalmente cruza Estados Unidos para conocerles.
Cuando se queda solo con los dos bebés les dice: “Cuando uno es viejo y mira por la ventanilla de un avión piensa en todos los errores que ha cometido en la vida. Yo viví solo la misma rutina todos los días por 50 años. Pero luego recibí una invitación para conoceros. ¿Y sabéis qué? ¿Sabéis en qué me puse a pensar? Me puse a pensar en la luna. El 20 de julio de 1969 vi a un hombre caminar en la luna. Un día, nunca habíamos ido a la luna, era imposible ni siquiera imaginarse caminar por allí. Y al día siguiente estamos caminando en la luna. Lo imposible se hizo posible, así de repente. Durante 50 años viví en una caravana que no iba a ninguna parte. Lo que sea lo opuesto a un astronauta, ese soy yo, me convertí en eso. Y luego recibí una invitación para conocer a mi sobrino nieto y a mi sobrina nieta. Viví solo muchísimo tiempo, y he estado bloqueado. Y cualquier cosa buena que me pudiera pasar me parecía imposible. Pero aquí estoy, vosotros dos sois mi luna”.
Como el último artículo de Norberto Bilbeny en La Vanguardia: “Ver a niños sentados en las ventanas de la escuela. Comprobar la pasión del profesorado por ayudar a sus estudiantes. Asombrarse del personal sanitario por su sobreesfuerzo diario. Ver a los comerciantes levantar la persiana y sonreír al cliente (…) ¡Cómo no vamos a esperar!”.
Todas las miserias, todos los dolores, todas las angustias y las esperas están ya salvadas. El domingo celebramos que lo imposible se ha hecho posible.