La velocidad, el tocino y la política energética
Y que a todo ello pueden acompañar políticas de demanda con las que se trate de reducir el consumo de energía por unidad de PIB a través de una mejora en la eficiencia energética, también es aceptado, aunque se puntualice que estas acciones sobre la demanda no pueden ser suficientes para solucionar los tres aspectos antes enunciados (dependencia, coste y emisiones contaminantes). Pues bien, con ocasión del pánico energético que se ha desatado con las revueltas en el mundo árabe, singularmente en Libia, el Gobierno de Zapatero no ha tenido otra ocurrencia que la de reducir el límite de velocidad en las carreteras, apagar las luces de las autopistas y cerrar los ministerios a las seis de la tarde para que no gasten luz.
Mi compañero en las tareas docentes de la Universidad Complutense, Miguel Sebastián, ahora ocupante interino de la cartera de Industria, Turismo y Comercio del Gobierno, que se ha hecho un gran aficionado a la adopción de medidas intervencionistas, renegando de sus anteriores tendencias liberales, ha confundido, en esta ocasión, la velocidad con el tocino, pues, como se verá inmediatamente, sus propuestas, en el mejor de los casos, pueden ser irrelevantes; y en el peor, económicamente muy costosas. Pero no nos engañemos, las medidas diseñadas por Sebastián tienen una funcionalidad muy distinta de la energética. Lo que nos dicen es que:
1. La crisis energética nos llega de fuera y el Gobierno no tiene la culpa. Ni siquiera la de no haber tenido una política energética orientada a disminuir la dependencia, los costes y la contaminación, que nos preparara para asumir en mejores condiciones el shock energético.
2. El Gobierno hace cosas, aunque molesten a los ciudadanos. Pero son éstos los responsables de que la política de ahorro energético tenga resultados.
3. Y si los ciudadanos no se amoldan a lo que propone el Gobierno, entonces ellos serán los culpables de que la crisis no pueda solucionarse.
En síntesis, lo que nos está diciendo el Gobierno es que nos preparemos a asumir la culpa de que los asuntos económicos empeoren aún más de lo que ya están. Pero decía antes que Sebastián confunde la velocidad con el tocino. Pues así es.