¿Viaje a la India?
El cardenal Toppo ha recordado la especial sensibilidad que el Papa Ratzinger ha mostrado siempre hacia la cultura y la historia de la India, una sensibilidad que le ha llevado a seguir muy de cerca el "martirio" contemporáneo de los cristianos en ese inmenso país, de difícil escrutinio para los occidentales. La pública denuncia de las violaciones del derecho a la libertad religiosa en India por parte del Papa provocó en su día la reacción destemplada de sectores del nacionalismo hinduista. El terreno no está precisamente allanado para la eventual visita, si bien podría ser también una palanca para desanudar tópicos y prejuicios anticristianos que no dejan de crecer.
Sin ir más lejos, hace unos días se desarrolló la gran fiesta hindú de Al Kumbh en el estado de Madya Pradesh, ocasión aprovechada por los radicales para verter nuevas acusaciones e injurias contra los cristianos, contra el Papa y contra la figura (históricamente venerada y respetada) de Madre Teresa. El cardenal Toppo ya había denunciado sin ambages la perversión que supone este crecimiento de la intolerancia en el país que se edificó sobre la preciosa herencia de Mahatma Gandhi. En este contexto agitado, en el que las autoridades se ven continuamente desbordadas por la furia de los fundamentalistas, una visita del Papa sería un gesto de alto voltaje cuyos pros y contras habrán de ser cuidadosamente valorados por la Santa Sede. Ahora mismo se acaba de celebrar el 25 aniversario de la visita de Juan Pablo II a este inmenso país. Pero los tiempos han cambiado para mal.
Entretanto la vida de los cristianos sigue adelante. La archidiócesis de Cuttack Bhubaneshwar, en el corazón del martirizado territorio de Orissa acaba de recibir a su nuevo pastor, también de origen tribal. Se trata de John Barwa, tío de una religiosa que fue víctima directa de la violencia de los fundamentalistas hindúes durante el pogromo del verano de 2008. Sor Meena Barwa le ha dirigido este mensaje: "todos mis sufrimientos, mi dolor y mi humillación las ofrezco por ti, por tu misión de arzobispo". Monseñor Barwa ha evocado el Vía Crucis de su pueblo, y la experiencia de dolor y persecución que marca la historia de su propia familia. Una experiencia que no le arredra, y que le permitirá saber consolar y acompañar a su gente. En todo caso, ha añadido, los frutos de este dolor, de esta sufrida confesión de la fe, ya se están viendo en todo el territorio de Orissa.