A propósito de las elecciones catalanas

España · Pablo Nuevo
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25 noviembre 2010
Se está convirtiendo en un lugar común afirmar que, tras el desastre del tripartito, el gobierno que pueda formar Artur Mas dejará libertad para construir y terminará con el dirigismo cultural que ha padecido la sociedad catalana en los últimos años. Como expresión de deseos no está mal, pero lo malo es que la realidad parece ir por otro lado.

Si dejamos que hablen los hechos nos encontramos con lo siguiente: Después de hablar en términos más o menos razonables de la laicidad positiva, Convergencia propone como acción de gobierno "impulsar el uso de la lengua catalana en todas las manifestaciones religiosas, así como en las publicaciones de contenidos propios" (pág. 55 del programa electoral; medida 394). Además, Convergencia dedica un apartado entero de su programa a lo que algunos medios (como Forum Libertas) denominan "homosexualismo político.

Entre otras cuestiones, Convergencia menciona como medidas concretas que proponen impulsar "campañas generales de sensibilización ciudadana sobre la homofobia". Asimismo, señalan que crearán "puntos de soporte para familias con necesidades especiales de tipo psicológico y emocional, ante la existencia del hecho gay en la unidad familiar" (pág. 53 del programa electoral). Es decir, que en relación con la homosexualidad el eje de la acción de gobierno no será la garantía de los derechos de las personas, sino que el poder asume como tarea normalizar la percepción que de la homosexualidad tiene la sociedad.

Fuera del programa electoral, podemos señalar cómo el martes 26 de octubre de 2010 en la Comisión de Igualdad, CiU apoyó una moción por la que se insta al gobierno a que regule los juegos en los colegios, para que «elabore e impulse protocolos de juegos no sexistas para que se implanten y desarrollen en los espacios de juego reglado y no reglado en los colegios públicos y concertados de Educación Primaria, en colaboración con las comunidades autónomas». En la moción aprobada no figura ninguna referencia a los padres como primeros educadores o a la autonomía de cada centro docente.

La representante de Convergencia en la Comisión dijo de modo literal: "Intervengo muy brevemente, porque mi grupo parlamentario coincide absolutamente con los objetivos que tiene esta proposición no de ley. Tal como ha expuesto su portavoz y se dice en la exposición de motivos de la misma, nuestra legislación considera la educación en igualdad un elemento básico de la misma; pues bien, desde nuestro punto de vista no es que sea un elemento básico, es que a largo plazo es el único elemento que puede hacer una sociedad igualitaria. Coincidimos absolutamente en el entendimiento de la educación como un instrumento básico y en un sentido amplio, no sólo la educación reglada, sino también la que se da en todos los espacios de la vida y más en los espacios de las propias escuelas, aunque no sea en el momento de impartir las enseñanzas. Lo único que hemos añadido es que se tenga en cuenta que esto es competencia de las comunidades autónomas. Por eso hemos presentado una enmienda que dice que lo que se propone en la parte dispositiva de la proposición no de ley, es decir, que se impulsen estos protocolos de juegos no sexistas y que en cualquier actividad lúdica desarrollada en los colegios se eliminen estereotipos que mantengan los roles machistas y se introduzca el concepto de igualdad, se haga en colaboración con las comunidades autónomas, que son las competentes. Como el portavoz socialista ha dicho que aceptaba nuestra enmienda, sólo se lo queremos agradecer y decir que nuestro voto será positivo".

Y, según escribo estas líneas, leo una entrevista en la que Artur Mas dice que mantendrán la inmersión lingüística en los colegios y las multas a los comercios que no rotulen en catalán.

En resumen: en la visión de Convergencia, el poder debe intervenir en la lengua en la que se debe rezar, debe regular a qué juegan los niños en los colegios, debe decidir la lengua en la que son educados, y debe modelar la percepción que tiene la sociedad sobre la homosexualidad.

A mí también me gustaría que en Cataluña hubiera un gobierno respetuoso de la libertad civil y del principio de subsidiariedad. Pero si miro los hechos, me temo que aunque cambien los dirigentes, en buena medida se mantendrá el dirigismo cultural.

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