Un incomprensible reconocimiento del error
Por eso ha sonado tan agria la frase que ha pronunciado en el Senado: "soy de las personas que consideran que no podemos pensar que siempre tenemos razón". Detrás de esas catorce palabras está tan escondido el reconocimiento de la equivocación, que sirve para poco. Hubiera sido más sencillo decir algo así: "Me equivoqué tres veces. Me equivoqué al quitar a Tomás Gómez de la carrera contra Esperanza Aguirre. Me equivoqué al pensar que apoyando a Trinidad Jiménez lo reduciría a la nada con el inestimable apoyo de Blanco y Rubalcaba. Me equivoqué al arriesgar tanto con mi apoyo en un momento tan peligroso". Es seguramente lo que esperaba su partido.
Hasta ahora eso de que muchos socialistas estaban hartos de Zapatero y pensaban ya en un relevo era una leyenda urbana que difundía la derecha. Desde el pasado domingo está constatado. Y cuanto más se cansan los socialistas de Zapatero más rígido se le ve al secretario general del PSOE. Al final los partidos no son tan impermeables como parece a lo que piensa la mayor parte de la sociedad.