El Pacto ha muerto, el Pacto ha servido
En educación estamos, como en el agua, bajo los efectos de los primeros meses de aquel Zapatero que entró en Moncloa como un elefante en cacharrería. En 2004, con minoría simple, derogó el Plan Hidrológico Nacional porque era del PP y derogó la LOCE por la misma razón. Los consejeros de las Comunidades Autónomas del PP han denunciado que el documento final de Gabilondo no es suficientemente ambicioso en preservar la calidad, la unidad de contenidos para toda España, la enseñanza del castellano y la libertad de elección de los padres.
Gabilondo ha intentado hacer una tortilla sin romper un solo huevo. Muy de su carácter. Prueba de ello es que no ha recurrido la ley de enseñanza catalana, que deja en nada la tercera hora de castellano y que invade las competencias nacionales, nación de momento sólo sigue el conjunto de España. Gabilondo ha dado un plazo de 15 días para suscribir su última propuesta. Quizás haya algún acuerdo parcial. Todos intentan que sea el otro el que rompa.
El pacto nació en gran medida muerto por falta de voluntad política. Pero ha servido para que nos demos cuenta más claramente de cómo son de necesarios los acuerdos de Estado en cuestiones esenciales, para fijar una agenda y para que el PP empiece a insistir algo más en una cuestión esencial: la libertad de los padres para elegir centro. No es todo calidad. La libertad es decisiva.