Benedicto XVI: desde Irlanda para el mundo

Mundo · Jorge E. Traslosheros
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19 abril 2010
Benedicto XVI, en la carta a la Iglesia de Irlanda, presenta un programa de reforma que alcanza a toda la Iglesia, en la mayoría de los casos de manera preventiva, en otros como remedio a los males cometidos. Un programa que la Conferencia del Episcopado Mexicano ha hecho suyo en su reunión anual celebrada esta semana. No podíamos esperar menos que este acto de efectiva solidaridad pues al Papa no se le defiende con espectaculares declaraciones, mucho menos minimizando el problema, sino haciendo propios sus esfuerzos reformadores.

El Papa marca tres objetivos específicos y cuatro medidas de reforma. Los objetivos son: atender a las víctimas y a sus familias, evitar nuevos abusos y actuar con eficacia en caso de presentarse, así como restablecer la confianza gravemente dañada entre los miembros de la Iglesia (clérigos, religiosos y feligreses). Las medidas se pueden agrupar en cuatro ámbitos: a) transparencia y colaboración; b) oración y purificación; c) reencuentro con el carisma y misión originales; d) disciplina.

A) No tolerar el abuso de menores por religiosos o clérigos y someter a los criminales a los tribunales de la Iglesia, colaborando eficazmente con la justicia civil. La guía de procedimientos para estos casos dada a conocer la semana pasada -que no son nuevos, ni desconocidos como lo quisieron presentar algunos medios- tiene por objetivo que los fieles estén bien alerta y ayuden a los obispos a proceder con justicia. La experiencia de Estados Unidos nos indica que la colaboración estrecha de los laicos es condición necesaria para el éxito de la reforma.  

B) El Papa ha sometido a penitencia a la Iglesia de Irlanda, empezando por clérigos y religiosos, lo que implica prácticas de oración y penitencia, ayunos, el estudio del Evangelio, frecuentar el sacramento de la reconciliación y la práctica de las obras de misericordia. Además, ejercicios espirituales y la adoración de la eucaristía, que debe ser permanente en cada diócesis. En la vida del católico nada se logra sin oración.

C) Los obispos, sacerdotes y religiosos serán sujetos de una misión que implica el estudio de los documentos del Vaticano II, de los ritos de ordenación, de profesión y del reciente magisterio pontificio, con el fin de reencontrarse con su carisma original, que es de oración y es de servicio, tomando como modelo al sencillo cura de Ars san Juan María Vianney.

D) El Papa ha ordenado una visita apostólica en las diócesis, seminarios y congregaciones religiosas directamente implicadas, lo que desembocará de manera natural en una serie de medidas disciplinarias acorde al Derecho Canónico y en la reforma de este mismo. Según el estilo de Ratzinger, las medidas no serán suaves ni fáciles.

La reforma obedece a un método y a un diagnóstico claros, al tiempo que apunta al corazón de aquello que da sentido al ser de la Iglesia: una vida de oración y amistad con Dios, para anunciar y dar testimonio del Evangelio en servicio de cada persona y de todas las personas. Sin embargo, intereses en juego pretenden que la reforma naufrague y atacan sin cesar al Papa. Próximamente nos ocuparemos de este asunto.

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