Apoyo a la maternidad, paradigma de buena política

España · Fernando de Haro
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17 noviembre 2009
"Mariano, Rosa Díez ya tiene preparada su enmienda a la totalidad sobre el aborto y se va a llevar todo el protagonismo en el debate del pleno". La advertencia se la hacía al presidente del PP uno de sus colaboradores, antes de la Convención Nacional de Barcelona celebrada este fin de semana. "El rechazo social, Mariano, según las encuestas, es del 60 por ciento y no podemos tolerar que en este tema UPyD, que en el fondo está de acuerdo en convertir el aborto en un derecho, capitalice el malestar social". "¿Y qué propones?". "Que hables en Barcelona del proyecto de apoyo a la maternidad que estamos preparando. Así matamos varios pájaros de un tiro:   acabamos con las resistencias de los más partidarios del aborto en nuestro grupo parlamentario que podrían enredar con las enmiendas parciales; lanzamos un mensaje positivo a la sociedad; te pones de parte de las mujeres; y obligas al Gobierno a retratarse". "Sea", respondió Mariano. Y el sábado, el día de los contenidos en la Convención, él mismo presentó la iniciativa.

Soraya ha vuelto a referirse a ella este lunes. La inspiración la están buscando en la ley de protección a la maternidad 6/2009 de 30 de junio de la Comunidad de Valencia, una obra de Juan Cotino. Elementos simbólicos: la inscripción de los nasciturus en el Registro Civil. Pero, sobre todo, apoyo social a las madres embarazadas, a las menores de edad, a las inmigrantes y a las que sufren algún tipo de discapacidad. Más permisos laborales y más facilidades en las empresas. Será algo más difícil el encaje de una posible adopción de los no nacidos, pero se sigue estudiando. "Va a tener que apoyarla hasta el PSOE", asegura entusiasmado uno de los diputados promotores. La euforia se ha disparado. La reacción de Aído, defensiva: "lo que tiene que decir el PP es si quiere que las mujeres vayan a la cárcel". Aído cuenta poco pero su reacción certifica lo evidente, que los socialistas no van apoyar  la propuesta.

Lo importante, sin embargo, es que el gran avance que ha conseguido la sociedad civil,  oponiéndose a la reforma de la regulación del aborto, se haya transformado en agenda política. Sabemos que muchas mujeres abortan porque no tienen apoyo de sus familias, por la presión de la situación laboral, por razones culturales. El movimiento pro vida en España ha sufrido una interesante mutación, está sabiendo presentarse de una forma muy positiva. Hace valer sus galones en el acompañamiento de mujeres, y ha adquirido el peso de quien no censura el drama humano del aborto. Mientras el Gobierno se sitúa en la abstracción de un feminismo en el que pocos se reconocen, la sociedad civil que defiende la vida no incrimina y se carga de razones aquilatadas en casas de acogida, en centros sociales; razones hechas de muchas horas de voluntariado gratuito. El movimiento pro life, de este modo, se ha universalizado y se ha convertido en un movimiento pro mujer y pro maternidad, un movimiento que no sólo denuncia y recuerda unos valores innegociables sino que hace cultura y construye obras donde la vida es efectivamente sostenida. 

Por eso, ahora es mucho más difícil que los diputados de la derecha que torcían la mueca cuando se hablaba del aborto se pongan de lado. La política que se abre a este tipo de movimientos sociales se sanea. El PP supera sus reticencias, el Gobierno está obligado a definirse. El apoyo a la maternidad bien puede ser considerado un buen paradigma para el modo de hacer oposición en el ecuador de la legislatura. Es una fórmula aplicable a la reforma laboral; al modelo fiscal; a la protección de la conciencia de los farmacéuticos; a la reforma del Código Penal; a la estructura del Estado tras la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña -si es que llega algún día-; al pacto de Educación y a la política energética, entre otras cuestiones. Está bien que Rajoy nos diga, como ha dicho en Barcelona, que cree en el derecho a la vida, la libertad de educación, la familia, la economía basada en la responsabilidad personal. Es un gran avance. El paso definitivo para Rajoy, como para todos, es si aquello en lo que cree tiene que ver con la historia que construye.

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