Debe mirar los hechos

España · Roberto de la Cruz
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25 septiembre 2009
Zapatero quiere inscribir su figura en la historia de España. ¿Con qué mérito? Lo ha dicho él mismo. Por llevar a cabo la modernización de la sociedad democrática en España y la extensión de derechos ciudadanos individuales. Aunque reconoce que aún no ha acabado, porque un proyecto progresista nunca termina de desplegar derechos y libertades.

Resulta curioso. Desde septiembre asistimos a los esfuerzos del Gobierno para explicar y justificar la próxima subida de impuestos. Esta semana han llegado a decir que la medida va a ser beneficiosa para los trabajadores. Subir el IVA va a favorecernos a todos, insinúa la ministra Elena Salgado. Y una vez más, la coletilla. Lo hacen por solidaridad.

El Ejecutivo trata de reinventar el discurso cada vez que habla de tocar el bolsillo a los españoles. Pero al referirse a los derechos preferidos de Zapatero, el sermón es siempre el mismo. Aunque para hacerlo deban recurrir a argumentos que, si no supiésemos de quién provienen, convendríamos que ni ellos se los creen. Francisco Caamaño, el ministro de Justicia, ha tratado de acreditar esta semana por qué no es necesario que los padres se inmiscuyan en la decisión de una hija que quiere abortar: si los progenitores están en desacuerdo, la vida de la chica puede estar en peligro. Y es que las jóvenes, según Caamaño, podrían acudir a "circuitos paralelos", a "lugares indeseables" para evitar que nazca su hijo.

Se queja Zapatero de las críticas que está recibiendo Bibiana Aído. No son asumibles en democracia, destacaba en el Comité Federal del PSOE el pasado sábado. La ley que con ella abandera la cree oportuna y proporcionada porque nos homologa con Europa. Sostiene que el objetivo es prevenir y ¡apoyar a las mujeres!

A finales de 2007 tuve la oportunidad de conocer el caso de Gema. Tenía un hijo de trece meses del que, al quedar embarazada, recibió el rechazo de sus padres. En aquel momento todo eran facilidades para abortar, "para quitarme un peso de encima, me decían". Dos años antes también había quedado embarazada y abortó, pero nadie le dijo que iba a tener secuelas. "Después de cuatro o cinco años sigo teniendo ese síndrome post-aborto, no se supera. Mienten quienes dicen que no pasa nada. Lo pagas muy caro, porque no puedes dejar de proyectar cómo hubiera sido esa personita". A los políticos que promueven el aborto les manda un mensaje: "No hay derecho, que pasen ellos por la experiencia y que luego me cuenten. Pero a ellos no les arrebatan nada como a mí me ha sucedido".

Con su segundo hijo, Gema no cometió el mismo error. Encontró el apoyo y la compañía de personas que le hicieron comprender el valor de su vida y de quien venía al mundo. Zapatero debería conocer estos testimonios. Experiencias como la de esta joven desmontan de inmediato hasta el discurso mejor construido para justificar la tragedia del aborto. Sólo entonces estaría en disposición de apoyar a las mujeres en este trance.

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