Una mirada verdadera siempre llega a la belleza
El festival PHotoEspaña que se celebra en Madrid desde hace ya doce años, de junio a septiembre, reserva siempre alguna joya histórica para deleite de quienes gozan del verdadero arte de la fotografía. El año pasado fue la escueta pero significativa exposición de Bill Brandt, The Home, su colección de fotografía sobre la vida cotidiana y familiar del proletariado inglés de principios del siglo XX. Y este año, la joya es sin duda Dorothea Lange, Los años decisivos, que muestra una amplia serie de fotografías cuyo tema central es la Gran Depresión americana y la sequía que asoló gran parte del oeste americano. Años decisivos que dejaron un rastro de paro, miseria y desplazamientos masivos de familias empobrecidas que buscaban una nueva oportunidad, sobre todo en California.
Dorothea Lange trabajó para el gobierno de los Estados Unidos al igual que otros de los grandes fotógrafos norteamericanos de aquella "época dorada" de la fotografía, como muchos la han llamado. Entre ellos estaba Walker Evans (de quien este año hemos podido también ver una magnífica exposición en Madrid). Fueron enviados por la Farm Security Administration, un ente público creado como parte del New Deal del presidente Roosvelt, dentro del cual crearon una sección de documentación histórica con la que pretendían transmitir al conjunto de la población norteamericana la situación de sus conciudadanos.
La exposición Dorothea Lange. Los años decisivos consta de tres partes: una introducción con sus primeras fotografías tomadas directamente en la calle, que documentan las consecuencias de la terrible crisis que puso contra las cuerdas a un sector importante de la clase media americana. Colas para pedir subsidios, colas para pedir comida, huelgas y manifestaciones, hombres serios, hombres siempre, a la espera de un trabajo, de un nuevo comienzo. La parte central de la exposición lo constituye la colección de fotos que documentan la pobreza rural y el gran éxodo de miles de familias hacia California desde las grandes llanuras agrícolas del centro de Estados Unidos arruinadas por la sequía y las tormentas de arena que asolaron el país. Por fin, una larga serie de fotografías sobre las deportaciones de japoneses residentes en Estados Unidos durante la II Guerra Mundial.
Dorothea Lange había aprendido el rigor de la observación durante los quince años en los que trabajó como retratista de familias y eventos familiares en un estudio de San Francisco. Fue un tiempo fructífero del que, como ella misma reconocía, aprendió mucho de la naturaleza humana. Cuando da el gran salto a la fotografía documental Dorothea lleva consigo esta pasión por comprender a quien tiene delante. Y la certeza de que es posible y necesario llegar a la verdad de las cosas: "¡Las cosas son así! Míralas. ¡Mira!". Y precisamente mirando en estas fotografías de Dorothea Lange nos vemos arrastrados por una ola de simpatía hacia las personas que fotografía, y por los cielos inmensos del oeste americano.
Al convertirse en una fotógrafa documental Dorothea no abandonó sus orígenes. Siguió siendo, esencialmente, una retratista. Esta exposición nos permite contemplar rostros verdaderamente hermosos, llenos de seriedad, de entereza frente a las dificultades, de nostalgia, sin un rastro de rabia. Como ese hombre vigoroso retratado bajo el título Refugiado de la tormenta de polvo en California, a quien no puede arrancar la sonrisa ni la pobreza ni el éxodo. Pero tal vez lo mejor de esta exposición sean los múltiples retratos de mujeres. Y no sólo por el famosísimo de Florence Owen, un icono de la Gran Depresión americana, sino también por tantos otros, como la Madre de 18 años oriunda de Oklahoma o Hija de un minero migratorio de Tennessee o la mirada limpia, inolvidable, de esa adolescente de Oklahoma con su hermanito detrás de la rueda de repuesto del coche familiar en el que emigran hacia un destino desconocido. Tantas y tantas miradas que de golpe suscitan respeto, admiración por la dignidad y la capacidad de lucha de estas familias, deseo de abrazarles como lo hace Dorothea Lange con su cámara fotográfica, un abrazo que mantiene una distancia llena de pregunta sobre cada uno de ellos. Tanto es así que antes de fotografiarles les pedía permiso para hacerlo, no quería "robarles el alma", necesitaba que ellos estuviesen allí presentes en el momento de hacer la fotografía. Era uno de los modos de expresar su respeto, su deseo de caminar con ellos y no de poseerles.
Su misión era elaborar un documento gráfico que dejase constancia histórica de aquella gran tragedia nacional. Y la cumplió con creces. Pero su obra en conjunto y concretamente las fotografías que se exponen en Madrid son mucho más. Son una indagación en el misterio humano, "con la mente bien abierta". Dorothea Lange se movía con una pregunta dentro. Como ella misma afirmó, su preocupación como fotógrafa no era tanto que alguien al mirar sus fotos preguntase: "¿Cómo lo has hecho?", sino "¿Cómo puede ser eso?". Ésta era la pregunta que ella llevaba dentro. "Al buscar la verdad, todo se ve distinto", dirá reflexionando sobre su obra al final de su vida.
Y junto a esta sincera búsqueda de la verdad, una gran pasión por la realidad que la hizo decir que usaba la cámara "como si al día siguiente fuera a perder la vista". Pasión y apertura que llevaron a Dorothea a emprender otras aventuras artísticas, como su preciosa serie fotográfica sobre Irlanda o sus largos viajes a Oriente Medio y varios países de Asia, de la que quedó fascinada. Dorothea Lange es una de los grandes de la historia de la fotografía. No se puede desperdiciar la oportunidad de contemplar esta espléndida exposición, que conmueve y llena de admiración.
Dorothea Lange. Los años decisivos
Fundación ICO Madrid
Calle Zorrilla, 3
Comisaria Oliva María Rubio
Abierta hasta el 26 de julio