El verdadero debate: la relación entre la sociedad y el Estado
Martínez reprochó al PRI su pasado en el Gobierno y lo acusó de pasividad y complicidad con el crimen organizado. Paredes y Ortega tronaron contra Calderón, quien en la campaña de 2006 se presentó como "el presidente del empleo", y magnificaron los efectos de la crisis. Pero más allá de estas estrategias para pelearse a los votantes, el debate también puso sobre la mesa dos temas importantes en los cuales todos proponen hacer algo, pero que en realidad reclaman a replantearse la relación entre la sociedad y el Estado: el combate a los monopolios empresariales y sindicales, y la necesidad de una educación de calidad.
En México, la falta de competencia y los monopolios en algunas industrias se traducen en servicios de baja calidad y precios altos, lo cual afecta al bienestar de los consumidores y agrava la desigualdad del ingreso, pues crea pocas fortunas en detrimento de la mayoría. Por esto, se requieren regulaciones que favorezcan la competencia y una autoridad que efectivamente haga cumplir las reglas. Sin embargo, no basta con combatir el poder de mercado de las grandes empresas, sino favorecer la creación, operación y desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, que constituyen una riqueza de creatividad e iniciativa social, así como fuente de sustento para muchas familias. Lo mismo vale para los sindicatos, muchos de los cuales tradicionalmente han operado como órganos de control de los trabajadores, pues eran uno de los pilares del viejo sistema corporativista del PRI.
En cuanto a la calidad educativa, el Gobierno federal ha lanzado la Alianza por la Calidad Educativa, que pretende, entre otras cosas, introducir la evaluación sistemática de alumnos y maestros, así como limitar el poder del sindicato de maestros sobre las plazas docentes y someterlas a concurso. Si bien esto es un inicio, que ha enfrentado también cierta oposición, es necesario tomar conciencia de que una educación de calidad no se reduce a elevar la puntuación en pruebas estandarizadas o desarrollar ciertas habilidades cuantificables, sino que necesita de una propuesta viva y razonable de sentido que pueda formar a la persona en su totalidad y que el Estado no puede dar. Es urgente reconocer que el verdadero sujeto educativo son las comunidades, las realidades culturales vivas que integran la sociedad, y darles mayor espacio y protagonismo en las escuelas públicas.
Los tres participantes en el debate se mostraron abiertos a establecer los acuerdos que permitan un avance en estos temas, aunque todavía en términos vagos. Por ello, el cumplimiento de estas buenas intenciones, demasiado fáciles en tiempos de campaña, necesita de nuestra participación y protagonismo cotidianos como sociedad. Sólo así será posible superar la lógica de las reformas parciales y contribuir a la creación de verdaderos espacios de libertad y participación para todos.