Una encíclica para todos y todas
“Todos hermanos” es el título que el Papa ha dado a su nueva encíclica, dedicada como dice el subtítulo a la “fraternidad” y a la “amistad social”. El título original en lengua italiana, “Fratelli tutti”, permanecerá tal cual, sin traducirse en todas las lenguas en las que se difundirá el documento. Tomando así la primera palabra de la nueva “carta circular” (eso es lo que significa la palabra “encíclica”) del gran santo de Asís del que el papa Francisco tomó su nombre.
A la espera de conocer el contenido de este mensaje que el sucesor de Pedro quiere dirigir a toda la humanidad y que firmará el próximo 3 de octubre ante la tumba del santo, durante los últimos días hemos asistido a discusiones a propósito del único dato disponible, es decir, el título y su significado. Al tratarse de una cita de san Francisco (Admoniciones, 6, 1: FF 155), el Papa no ha querido modificarla. Pero sería absurdo pensar que el título, en su formulación, contenga intención alguna de excluir entre sus destinatarios a más de la mitad de la población humana, es decir a las mujeres.
Al contrario, Francisco ha elegido estas palabras del santo de Asís para inaugurar una reflexión que le preocupa mucho sobre la fraternidad y la amistad social, y por tanto quiere dirigirse a todas las hermanas y hermanos, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que pueblan la tierra. A todos, de manera inclusiva y nunca excluyente. Vivimos un tiempo marcado por guerras, pobreza, migraciones, cambios climáticos, crisis económicas, pandemia: reconocernos hermanos y hermanas, reconocer en quién encontramos a un hermano o hermana, y para los cristianos reconocer en el que sufre el rostro de Jesús, es una manera de reafirmar la dignidad irreductible de todo ser humano creado a imagen de Dios. También es una forma de recordarnos que de las dificultades actuales nunca podremos salir solos, unos contra otros, norte contra sur, ricos contra pobres, o separados por cualquier otra diferencia excluyente.