No hay quien se lo crea, Albert
Estábamos este lunes muy olvidados de la política, pendientes sobre todo de recibir a los campeones del mundo para celebrar con ellos la victoria y decidió Rivera intentar hacerse un hueco en la pantalla de Gasol, Rubio y Scariolo.
Cuando ya estaba en marcha la segunda ronda de consultas del Rey con los grupos políticos, cuando todo sesteaba hacia las elecciones buscadas por Sánchez, Rivera decidió hacerse un hueco. Todas las encuestas dicen que Rivera va a ser el gran perdedor de la más que posible repetición electoral, con una caída que puede llevarle de 57 escaños a 35. Rivera hasta ahora ha sostenido que con Sánchez no había nada que hablar. Para intentar evitar el desastre (su desastre) Rivera le propuso una reunión a Casado para explorar una posible abstención de Ciudadanos y del PP si Sánchez cumplía tres condiciones. Las tres condiciones eran: la ruptura del pacto con Bildu en Navarra, que el PSN-PSOE acordase un gobierno constitucionalista de coalición con Navarra Suma; el compromiso de no subir los impuestos; y la apertura de una mesa de negociación para estudiar la aplicación de nuevo del artículo 155 de la Constitución en Cataluña si Torra desacata la sentencia del procés.
Las tres condiciones para la abstención parecían pensadas para provocar el no de Sánchez. Sánchez no podía, por ejemplo, romper un pacto con Bildu que nunca ha admitido. O no podía deshacer el Gobierno de la Comunidad Foral con Geroa Bai en horas. Pero una vez hecha la oferta, podía pensarse que el Rey estaba obligado a convocar un debate de investidura para explorar la hipotética abstención de Ciudadanos, aunque Sánchez no quisiera ni por asomo ser investido presidente del Gobierno. Para evitar cualquier equívoco, Sánchez se dio prisa en rechazar las tres condiciones, asegurando que solo aceptaba una abstención técnica de Ciudadanos y del PP a cambio de nada.
Desde el momento en que se producía esa respuesta de Sánchez, volvíamos al punto de partida. Después de la respuesta de Sánchez, Rivera está obligado a votar en contra.
Rivera que durante meses no ha querido hablar con el PSOE, Rivera, empeñado en ser el líder de la oposición, empeñado en ser más duro que el PP, en realidad no ha cambiado de criterio. La jugada de Rivera ha sido demasiado evidente: ha querido evitar el desgaste. Otro político utilizando las instituciones en su favor.