FAMILIA Y EDUCACIÓN EN EL DOCUMENTO `VARÓN Y MUJER LOS CREÓ`
El pasado 10 de junio la Congregación para la Educación Católica publicó un interesantísimo documento titulado “Varón y mujer los creó”, que lleva fecha del 2 de febrero de este año, Fiesta de la Presentación del Señor. El documento, de 31 páginas, trata sobre la ideología de género (gender), y aúna dos cuestiones que suelen contraponerse entre sí: la importancia y la urgencia. Desde ya recomendamos vivamente su lectura para una de esas tardes de verano en la que no sabemos muy bien qué hacer. Será un tiempo extraordinariamente empleado. Además, está al alcance de cualquiera que tenga acceso a esa red que, como todo lo creado por el hombre, puede ser utilizada para hacer un bien inmenso o para generar dolor, sufrimiento y odio: http://www.educatio.va/content/dam/cec/Documenti/19_0998_SPAGNOLO.pdf
Desde que San Juan Pablo II consiguiera, junto con la delegación de la Santa Sede, frenar el primer intento organizado de imposición global y oficial de la ‘perspectiva de género’ y sus políticas, en la “Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo” celebrada en El Cairo en el año 1994, la ideología de género ha ido adquiriendo protagonismo creciente en la escena pública y, en paralelo, aunque no con la intensidad debida, preocupando cada vez más a nuestra sociedad. Por cierto, al año siguiente, en la cuarta y última “Conferencia Mundial sobre la mujer”, celebrada en Pekín en 1995, el intento de imposición global de esta ideología sí que dio su primer gran paso, pasando de las elucubraciones teóricas a los programas de acción.
Botón de muestra de esta creciente preocupación, que nos puede servir como presentación o resumen del documento que comentamos, es la referencia expresa que se hace en el número 8 de la Relación Final del Sínodo de los Obispos al Santo Padre Francisco, al final de la XIV Asamblea General Ordinaria (4-25 octubre 2015) sobre el tema “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”: «Un desafío cultural hoy de gran importancia deriva de la ideología de ‘género’ que niega la diferencia y la reciprocidad natural del hombre y la mujer. Prevé una sociedad sin diferencia de sexos y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología motiva proyectos educativos y orientaciones legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculada de la diversidad biológica entre varón y hembra. La identidad humana se transforma en una opción individualista, incluso modificable en el tiempo. En la perspectiva de la fe, la diferencia sexual humana lleva en sí misma la imagen y semejanza de Dios.».
A pesar de esta preocupación creciente, la ideología de género es prácticamente desconocida para la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos. Se va imponiendo lenta e imperceptiblemente a través de la legislación, nacional e internacional, y de su difusión en la cultura dominante y en los medios de comunicación social, como también se señala en el documento. Fundamental a este respecto, es la llamada de atención de nuestros pastores en el documento de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, publicado el 26 de abril de 2012, titulado “La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar”, que puede ser un complemento ideal para completar esa tarde veraniega dedicada a la lectura y la reflexión: https://www.conferenciaepiscopal.es/la-verdad-del-amor-humano-orientaciones-sobre-el-amor-conyugal-la-ideologia-de-genero-y-la-legislacion-familiar/
Antes de entrar finalmente en el contenido del propio documento, queremos señalar su continuidad con otros importantes documentos de la Iglesia, como ya antes hemos esbozado. En esa línea de denuncia fue muy llamativo el pronunciamiento que, ya en el año 2007, se realizó en el Documento Conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida: «Entre los presupuestos que debilitan y menoscaban la vida familiar, encontramos la ideología de género, según la cual cada uno puede escoger su orientación sexual, sin tomar en cuenta las diferencias dadas por la naturaleza humana. Esto ha provocado modificaciones legales que hieren gravemente la dignidad del matrimonio, el respeto al derecho a la vida y la identidad de la familia» (Nº 40). En la preparación y redacción de este documento tuvo un destacadísimo papel el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio.
La ideología de género hace una interpretación, particular e interesada, de los datos evidentes de la naturaleza, apartándose de una recta comprensión de lo humano. En consecuencia, no es exagerado decir que la ideología de género supone un verdadero desafío antropológico. Por esto, una vez inmersa nuestra sociedad en el proyecto ideológico de esta perspectiva, ni la familia, ni la vida humana, ni la libertad de educación y de conciencia pueden salir indemnes, pues sólo puede construirse esa humanidad alternativa que se pretende diseñar negando la realidad que ciencia y razón manifiestan. La preocupación por esta situación llevó al Papa Benedicto XVI a hablar, en el año 2006, de “funestas teorías” y al Papa Francisco a denunciar, reiteradamente, las “colonizaciones ideológicas” que se están imponiendo en nuestra sociedad. Recordamos, también, que el entonces Cardenal Ratzinger definió la cuestión del gender como la última rebelión de la criatura frente a su creador.
El documento consta de una Introducción, breve y directa. Luego tiene tres apartados en los que, a la luz de la ciencia y la razón, se exponen los principios de esta ideología y se señalan sus profundos errores antropológicos: Escuchar (Breve historia; Puntos de encuentro; Crítica), Razonar (Argumentos racionales) y Proponer (Antropología cristiana; La familia; La escuela; La sociedad; La formación de los formadores). Finalmente tiene un apartado denominado Conclusión. Tiene abundantes referencias del Magisterio y de documentos de la propia Congregación para la Educación Católica, así como muchas citas de los cuatro últimos Papas, aquellos en cuyos pontificados ha ido desarrollándose, cada vez con mayor virulencia y presencia social, mediática y normativa, la ideología de género: Francisco (20), Benedicto XVI (5), San Juan Pablo II (13) y San Pablo VI (1).
El documento empieza con una declaración rotunda: «se difunde cada vez más la conciencia de que estamos frente a una verdadera y propia emergencia educativa, en particular por lo que concierne a los temas de afectividad y sexualidad. En muchos casos han sido estructurados y propuestos caminos educativos que “transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón.”» (Nº1) Es importante señalar, a este respecto, que el documento viene a confirmar el trabajo que ya desde hace años se está realizando en nuestra Diócesis por algunas entidades y organizaciones en el ámbito educativo y familiar (FCAPA, universidades católicas, titulares de los centros educativos, docentes), junto a nuestros pastores, con Don Antonio a la cabeza.
En el nº 36 se recuerda que «la familia, como sociedad natural en la que se realizan plenamente la reciprocidad y la complementariedad entre el hombre y la mujer, precede al mismo orden sociopolítico del Estado, cuya libre actividad legislativa debe tenerlo en cuenta y darle el justo reconocimiento.» Tan cierto es esto que la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 16.3) y la Constitución Española (art. 39.1) lo recogen incluso con similares palabras, aunque en la práctica política cotidiana esto no se cumpla, por mor, precisamente, de presiones e imposiciones ideológicas.
En los nº 37 y 38 se señala que «es racionalmente comprensible que en la naturaleza misma de la familia se fundan dos derechos fundamentales que siempre deben ser respaldados y garantizados. El primero es el derecho de la familia a ser reconocida como el principal espacio pedagógico primario para la formación del niño. Este “derecho primario” después se traduce concretamente en la “obligación gravísima” de los padres de hacerse responsables de la “educación íntegra personal y social de los hijos”, también en lo que respecta a su educación sobre la identidad sexual y la afectividad… Otro derecho no secundario es el del niño “a crecer en una familia, con un padre y una madre capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y su madurez afectiva. Seguir madurando en relación, en confrontación, con lo que es la masculinidad y la feminidad de un padre y una madre, y así armando su madurez afectiva”. Y es dentro del mismo núcleo familiar que el niño puede ser educado para reconocer el valor y la belleza de la diferencia sexual, de la igualdad, de la reciprocidad biológica, funcional, psicológica y social.»
El documento, en su nº 40, nos hace una llamada acuciante a todos los miembros de la comunidad educativa, utilizando palabras de un documento previo de la misma Congregación (“Educar al diálogo intercultural en la escuela católica, 2013): «La escuela-comunidad es lugar de intercambio, promueve la participación, dialoga con la familia, que es la primera comunidad a la que pertenecen los alumnos; todo ello respetando su cultura y poniéndose en actitud profunda de escuchar respecto a las necesidades que le salen al paso y a las expectativas de que es destinataria.» En este mismo sentido, es esperanzador el llamamiento que se realiza al final del nº 44: «La importante urgencia del desafío educativo puede hoy constituir un fuerte estímulo para reconstruir la alianza educativa entre la familia, la escuela y la sociedad.» Es apremiante, ante la situación actual de nuestra educación, y ante la proliferación de proyectos educativos ideológicos que pretenden eliminar los derechos de las familias, que demos cumplimiento, desde todas las instituciones a la propuesta, desafío más bien, que nos lanza el nº 46: «Procediendo juntos, la familia, la escuela y la sociedad pueden articular caminos de educación a la afectividad y la sexualidad dirigidos a respetar el cuerpo de los demás y respetar los tiempos de su propia maduración sexual y emocional, teniendo en cuenta las especificidades fisiológicas y psicológicas, así como las fases de crecimiento y maduración neurocognitiva de niñas y niños para acompañarlos en su crecimiento de manera saludable y responsable.»
Pero para todo esto, y en nuestra Diócesis llevamos ya tiempo trabajando seriamente en ello, es necesario que «es necesario que los maestros católicos reciban una preparación adecuada sobre el contenido de los diferentes aspectos de la cuestión del gender y sean informados sobre las leyes vigentes y las propuestas que se están discutiendo en sus propios países con la ayuda de personas calificadas de manera equilibrada y en nombre del diálogo. Las instituciones universitarias y los centros de investigación están llamados a ofrecer su contribución específica para garantizar una capacitación adecuada y actualizada durante toda su vida.» (Nº 49)
«Legítima aspiración de las escuelas católicas de mantener su propia visión de la sexualidad humana en función de la libertad de las familias para poder basar la educación de sus hijos en una antropología integral, capaz de armonizar todas las dimensiones que constituyen su identidad física, psíquica y espiritual. Un Estado democrático no puede, de hecho, reducir la propuesta educativa a un solo pensamiento, especialmente en un asunto tan delicado que toca la visión fundamental de la naturaleza humana y el derecho natural de los padres a tener una opción de educación libre, siempre de acuerdo con la dignidad de la persona humana. Por lo tanto, cada institución escolar debe estar equipada con herramientas organizativas y programas didácticos que hagan que este derecho de los padres sea real y concreto. De esta manera, la propuesta pedagógica cristiana se concretiza en una respuesta sólida a las antropologías de la fragmentación y de lo provisional.» (Nº 55) Para la defensa del derecho de los padres a elegir el tipo de educación que desean para sus hijos, especialmente en el campo de la educación afectivo-sexual, FCAPA siempre se ha puesto a disposición de nuestros pastores, desde D. Agustín hasta D. Antonio, pasando por D. Carlos. Seguimos trabajando en ello, junto a las universidades católicas y los titulares de los centros educativos.
La Iglesia Católica, como Madre y Maestra que es, en feliz expresión del Papa Juan XXIII en su encíclica “Mater et Magistra”, no podía mantenerse ajena a la cuestión de la ideología de género, que va mucho más allá de un simple debate ideológico o de una mera disputa intelectual o filosófica: es una cuestión de civilización, y una cuestión vital, en el más amplio sentido de la expresión. Afecta a la vida de cada ser humano, y en consecuencia a la familia, a cada concreta familia y a la familia como institución. Por eso la Iglesia, al referirse a la ideología de género, no duda al definir y señalar los problemas, pues está en juego el propio ser del hombre: «desafío cultural», «falacia profunda de esta teoría y de la revolución antropológica que subyace en ella», «funestas teorías», «expresión de una frustración y de una resignación», «error de la mente humana que crea tanta confusión», «colonización ideológica», «teoría de género, que no reconoce el orden de la creación». Tampoco duda al señalar las consecuencias prácticas, reales y objetivas de esta ideología, cuyo ataque fundamental se centra en la familia, y en el matrimonio entre hombre y mujer como base de ésta: «presupuestos que debilitan y menoscaban la vida familiar», «vacía el fundamento antropológico de la familia», «atentado, al que hoy estamos expuestos, a la auténtica forma de la familia».
Terminemos recordando una seria advertencia del filósofo Julián Marías, «todo lo que va contra la estructura inexorable de lo humano es un inmenso error, que siempre se paga.»
Una versión reducida de este artículo se publicó en el semanario de la Diócesis de Valencia PARAULA (nº 1.527, de 14/07/2019) http://paraula.org/noticias/familia-y-educacion-en-el-documento-varon-y-mujer-los-creo/
Agradezco, de corazón, a Páginas Digital y a PARAULA el inmerecido honor de permitirme publicar en sus páginas.