Entrevista a Fernando Palmero

´El proceso de descentralización ha sido muy rápido´

España · Rafael Izquierdo
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10 diciembre 2018
Fernando Palmero es el autor de Homenaje a la Constitución, un volumen en el que reputados especialistas y personalidades de la vida pública hacen una valoración de los 40 años de la Constitución del 78.

Fernando Palmero es el autor de Homenaje a la Constitución, un volumen en el que reputados especialistas y personalidades de la vida pública hacen una valoración de los 40 años de la Constitución del 78.

¿Podemos decir que la Constitución del 78 es un éxito?

Sin ninguna duda. La Constitución y todo el proceso de la Transición fue un éxito, no solo de la clase política sino también de la sociedad española. En el libro he hecho catorce entrevistas. Algunos reconocen que estaban en contra de la Constitución y del proceso de Transición, unos porque querían una mayor ruptura, otros porque querían una ruptura menor, pero todos llegan a la misma conclusión: la Constitución no es solo un texto jurídico, que también lo es, también es un símbolo de la unidad nacional, de la integración española y fundamentalmente de la reconciliación nacional. Una reconciliación que se hizo en un periodo cortísimo de tiempo. A veces se nos olvida que desde la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 hasta la aprobación de la Constitución en diciembre del 78 pasan tres años escasos, y en esos tres años se desmonta un régimen que había sido una dictadura que había durado casi cuarenta años, una clase política –las cortes franquistas– se hace el harakiri, una clase nueva entra sin rencor, aprueba una ley de amnistía, aunque muy dura para muchos sectores es lo que se reclamaba por la izquierda, y una Constitución que es de todos, y eso es lo fundamental. Porque hasta entonces nuestra historia constitucional había sido una historia trágica donde las constituciones solo habían sido la constatación de una relación de poder de una España sobre otra España. En este caso no, y la prueba está en sus 40 años y en que todos los españoles se sienten representados. De alguna forma en el prólogo que nos hace Fernando Savater dice que la Constitución es buena porque a ninguno nos gusta del todo, todos tuvieron que ceder, todos estamos a gusto con ella y a disgusto con alguna parte, y eso es la democracia, la tolerancia y la convivencia con el otro.

En estas entrevistas abordas muchas cuestiones: poder judicial, Tribunal Constitucional… pero el modelo territorial autonómico, cuestionado ahora, con los límites del Título VIII, aparece por todas partes. De la conversación con tantas personalidades inteligentes, ¿qué conclusión sacas sobre esta cuestión?

En realidad, todos los entrevistados, que en muchos casos son catedráticos de Derecho Constitucional y otros reputados políticos, llegan a la misma conclusión. La principal debilidad de la Constitución está en el Título VIII. No hay que olvidar que la Constitución nace en una coyuntura política muy concreta, que la marca. Hablando, por ejemplo, con Francesc Carreras, dice que nuestra Constitución es prácticamente federal, lo que ocurre es que en 1978 no se podía usar ese término porque había determinados poderes fácticos que no estarían de acuerdo. Fundamentalmente, con el problema territorial hay dos grandes debilidades en las que todos más o menos coinciden. La primera es que la Constitución no enumera cuáles son los territorios españoles. Por una especie de síndrome de Almanzor, como lo llama Araceli Mangas; por una serie de complejos históricos, en la Constitución no se dice que el territorio español está formado por los territorios peninsulares, los insulares y los enclaves que España tiene en África. Y una segunda debilidad viene por la no enumeración exactamente de cuáles son las comunidades autónomas. Era un proceso abierto y la Constitución lo deja como un proceso abierto que se va construyendo sobre la marcha, y en ese construirse de alguna forma se va violando el espíritu del legislador. Los padres de la Constitución diferenciaron entre nacionalidades y regiones precisamente para diferenciar entre aquellas, que luego serían comunidades autónomas, que habían tenido Estatuto de Autonomía en el pasado, como el País Vasco y Cataluña, aunque también Galicia pero no llegó a aprobarlo, y el resto de las comunidades. Lo que pasa es que cuando llegó lo que se conoce popularmente como “café para todos”, en cierto modo la actitud de Andalucía fue desleal en la medida en que rompió lo que se pensaba que iba a ser el modelo autonómico. Pero luego la realidad política de todos estos años, la configuración del Parlamento, las mayorías no absolutas que han necesitado de los nacionalistas para poder mantenerse en el poder han ido deslegitimando de alguna forma al Estado, lo han ido reduciendo a su mínima expresión, a la vez que las comunidades engordaban. Se ha producido un proceso de descentralización muy rápido sin crear órganos que ayuden a la integración y colaboración entre las Comunidades Autónomas, que sirvan de contrapeso y concreten uno de los principios sobre los que está estructurada nuestra Constitución, que es la solidaridad territorial. Algo que ahora no se tiene en cuenta y que junto a la deslealtad de la política catalana son el principal problema que hay en España ahora.

También se ha hablado de reforma, ¿qué dicen estas personas con las que has hablado sobre esto?

Todos coinciden en que la Constitución tiene que reformarse. Santiago Muñoz Machado tiene un concepto muy interesante que es el de “Constitución perpetua”, es decir, toda Constitución debe tender a mantenerse en el tiempo, a la vez que debe, a través de los mecanismos de reforma constitucional, estar abierta a la incorporación de los nuevos derechos y las nuevas realidades sociales. Todos están de acuerdo en que eso ha de hacerse. Muchos alegan que, debido a la rigidez con que están redactados los artículos 167 y 168, que son los que establecen el mecanismo de reforma, eso es muy difícil. Pero, como dice Teresa Freixes, no es una cuestión tanto del procedimiento sino también de voluntad política, y desgraciadamente hoy no hay voluntad política porque, cuando aquí se están planteando por determinados partidos políticos, incluso temerariamente por el presidente del Gobierno, determinadas reformas, parece que están pensando más en la voladura del Estado que en la reforma de la Constitución.

Sobre la cuestión de monarquía ¿hay acuerdo general?

Por supuesto. Todos coinciden en que la monarquía parlamentaria ha sido un éxito, y que ha sido uno de los grandes éxitos de la Constitución y de estos cuarenta años de estabilidad y prosperidad que lleva España. Plantear ahora el debate de monarquía o república está fuera de toda lógica y de todo tiempo histórico. Es un anacronismo que no tiene nada que ver. La monarquía española ha demostrado ser una institución moderna, capaz de adaptarse a la realidad social, y es la única que ha mantenido la estabilidad política. Atacar a la monarquía como hacen ahora los partidos independentistas es atacar a lo que ellos llaman el régimen del 78, atacar a nuestra Constitución. Por eso es temerario e irresponsable lo que hizo Pedro Sánchez intentando cuestionar uno de los pilares fundamentales de la monarquía, que es la inviolabilidad del rey.

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