Entrevista a Fernando Palmero (I)

`PSOE y PP han vertebrado toda la sociedad y no son conscientes del daño que eso puede hacer`

España · Juan Carlos Hernández
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25 enero 2018
“Es necesario introducir elementos correctores para conseguir una armonización y un equilibrio en la descentralización del Estado. Si eso no se hace, cada uno irá cada vez más por su cuenta y se corre el riesgo de poder llegar a una Europa de las regiones”. El periodista Fernando Palmero, del diario El Mundo, repasa en Páginas Digital los principales problemas de la actualidad española.

El periodista Fernando Palmero, del diario El Mundo, repasa en Páginas Digital los principales problemas de la actualidad española.

¿Por qué se ha puesto en tela de juicio nuestra Transición?

La Transición se produce en un marco internacional marcado por la Guerra Fría y se hace paralelamente en Portugal, Grecia y España, tres bastiones que interesaban mucho a Estados Unidos. No quiero decir que la Transición la hiciera EE.UU. pero sí hay una intervención suya, afortunadamente, porque otras opciones habrían salido peor. Ahora no solo se está poniendo en cuestión la democracia en España sino en Europa. Para mí, es una crisis que tiene su origen en la crisis económica, que ha generado una crisis geoestratégica que hace que Europa haya dejado de ser el centro después de aquella Guerra Fría, cuando era el centro que EE.UU. tenía ante la URSS. El centro industrial ahora se ha trasladado a Asia. Todo esto es muy determinante a la hora de ver la situación en que nos encontramos ahora, lo cual no quita que efectivamente haya determinados partidos, como Podemos, que está imponiendo en cuestión toda la Transición. Que se hizo como se hizo, de manera urgente, con muchas presiones, y tiene muchos errores, no creo que sea perfecta, pero nos ha dado 40 años de desarrollo y bienestar.

Vivimos en una época de derrumbe de las evidencias. Las relaciones son líquidas usando la expresión de Bauman.

Efectivamente, las relaciones sociales se están enrareciendo cada vez más. Hay partidos que están ideologizando muchos valores, como por ejemplo estamos viendo con el diálogo en Cataluña. Respecto a las relaciones familiares, creo que España en ese sentido es un país afortunado. Aquí las redes familiares son muy potentes, gracias a ellas hemos salido adelante. Por su tradición católica, hay determinados valores que en España se han cultivado muchísimo, independientemente de que la gente vaya a misa o no, hay un fondo cristiano que ha ayudado mucho a la cohesión social, y eso es positivo. Pero el tipo de valores que intentan imponer partidos como Podemos no sé hasta qué punto van a provocar una crisis más grave de la que ya tenemos.

¿Se puede considerar la irrupción de Podemos como un síntoma?

El populismo es un síntoma de sociedades desestructuradas, con problemas, y la crisis que hemos vivido ha hecho salir a flote estos populismos. Podemos es la manifestación de que en España hay un problema real, un problema laboral y un problema de representación política. Y es que los partidos políticos, si bien tienen ese papel positivo de canalizar la acción política, también es cierto que han actuado en muchos casos casi como una oligarquía privilegiada. Es que ahora mismo el PSOE está siendo juzgado por los ERE de Andalucía, el PNV por otro caso de comisiones ilegales en Álava, el PP por el Gürtel en Valencia… A la clase política hay que exigirle esa responsabilidad. Aparte de que Podemos sea un fenómeno mediático, denuncia una serie de problemas en los que todos debemos pensar. En ese sentido la línea que sigue Ciudadanos me parece mucho más constructiva y más real. No vamos a derrumbar este Estado que hemos creado entre todos sino que vamos a modificarlo con una exigencia ética.

¿Son los partidos que están bunkerizados o es la sociedad civil que es débil?

España nunca ha tenido una tradición de sociedad civil muy organizada pero creo que ahí también ha habido un problema de que hemos delegado mucho en los partidos políticos, y los partidos políticos han abusado de esa confianza que el ciudadano ha depositado en ellos. Se han convertido en estructuras impermeables, opacas, hasta el punto de que España tiene el problema de que no tiene un Estado que esté más allá de los partidos. En España el Estado son los partidos, es un sistema de partidos. PSOE y PP han vertebrado políticamente toda la sociedad, desde el ayuntamiento más pequeño hasta el Ministerio de Defensa. Lo grave es que los partidos no sean conscientes del daño que eso puede hacer.

La política parece invadir todos los espacios.

En ese sentido, Podemos también tiene razón cuando denuncia que la sociedad no está organizada para resistir la invasión de los partidos en todos los aspectos de la vida y en todas las instituciones. Que un partido entre a organizar la vida de una universidad es otro signo que muestra la debilidad de la sociedad civil española.

Luego están “los enterradores de Montesquieu”.

Desde que en 1985 el PSOE promulga la modificación de la ley del poder judicial, estableciendo que los organismos que vigilan la acción de los políticos están establecidos por los propios políticos, en ese momento te has cargado la democracia. Y ese es un problema en el que ninguno de los grandes partidos ha querido entrar, tampoco los nacionalistas.

¿Qué ha fallado para llegar a una situación como la de Cataluña?

Ha fallado el Estado en su conjunto, no solo concebido como los tres poderes (legislativo, que no ha hecho nada; judicial, que está haciendo de forma más o menos tímida y cuestionable, quizás ha llegado demasiado tarde; y ejecutivo), sino el resto de poderes autonómicos, que también son Estado. Yo no he visto, por ejemplo, a los presidentes autonómicos hablar en contra de lo que estaba haciendo CiU en Cataluña. ¿Por qué el resto de las autonomía no se manifiestan esperando ver si Cataluña consigue o no un pellizco más de financiación? El Estado de las Autonomías tiene un punto débil y es que tiende a la disolución del Estado porque cada autonomía se está convirtiendo en una especie de pequeño Estado donde cada una mira por sus propios presupuestos y nadie mira por el país en su conjunto. Ahí responsabilizo a toda la clase política y a todos los representantes del Estado en sentido amplio.

¿Qué habría que centralizar?

España es un país descentralizado históricamente y estos cuarenta años hemos visto que se puede ser un país descentralizado y causar un alto grado de bienestar y de seguridad. Lo que hay que hacer es introducir elementos correctores para que eso no vaya a más. Hay textos, como el título octavo de la Constitución, que no están bien definidos, que se dejaron abiertos en la Transición porque políticamente entonces no se pudieron solucionar, pero hoy se pueden solucionar y eso no quiere decir centralizar el Estado sino que el Estado, precisamente para conseguir una armonización y un equilibrio, necesita tener determinadas competencias, como la sanidad o la educación, que creo que son básicas, que deberían volver al Estado si no en su totalidad sí en parte, porque eso facilitaría la articulación del Estado.

Desde una lógica independentista el que ha prometido la independencia ha fracasado pero ha conseguido el apoyo mayoritario de su bloque en las elecciones.

Es una locura pero todo tiene su lógica. Una de las taras del Estado autonómico ha sido el clientelismo, que se ha considerado como una rémora del caciquismo, y siempre se ha puesto como ejemplo Andalucía y su voto cautivo. Cataluña es igual. El déficit que tiene la Generalitat, que es el más alto de todas las comunidades autónomas, no sale de la nada. Se ha repartido dinero a asociaciones, instituciones, funcionarios, vemos ahora las quejas de los policías por las diferencias salariales respecto a los Mossos. En Cataluña también existe esa red clientelar con las empresas y con los ciudadanos. El ciudadano puede que se equivoque y puede haber actitudes suicidas pero también actúa por lógica, y si quieren seguir votando independentismo es porque quieren apoyar a un gobierno que les está beneficiando.

El nacionalismo ha venido a ocupar el espacio de la Religión perdida.

Eso ya ocurrió con los totalitarismos en el siglo XX. Tanto el comunismo como el nacionalsocialismo vinieron a ocupar ese espacio que el Dios que había muerto, como anticipó Nietzsche, con la esperanza en la construcción de un mundo mejor. El nacionalismo es eso y también es consecuencia de la sentimentalización de la política. Un Estado democrático desarrollado también se caracteriza por ser un Estado aburrido, donde no hay nada sentimentalizado sino que todo está regulado y reglado. Cuando introduces el elemento sentimental en la política, ya es muy difícil pararlo porque mucha gente empieza establecer una relación entre su futuro y sus esperanzas de vida y un determinado sistema político.

¿Qué opinión le merece la gestión del Gobierno de Rajoy frente al desafío catalán?

No se entiende la poca decisión que ha tenido el Gobierno a la hora de aplicar el 155. Creo que fue un error convocar elecciones tan rápidamente y no hacer al menos lo que había anunciado el propio Rajoy de dar seis meses, porque para atajar los nacionalismos me parece fundamental despolitizar los medios de comunicación y por supuesto la educación. El problema de la educación es muy grave y la inmersión lingüística ha hecho muchísimo más daño porque la lengua se ha convertido en el elemento identitario por antonomasia. Que el Estado español haya permitido eso ha sido clave en el auge del nacionalismo.

En los discursos de Borrell y Vargas Llosa ¿se puede vislumbrar una luz?

Pero volvemos a lo mismo, puede ser mejor para Vargas Llosa pero no para un funcionario catalán, no le puedes pedir a todos los ciudadanos que tengan la misma amplitud de miras. O se lo puedes pedir, pero para eso hay que actuar sobre las instituciones culturales, porque el nacionalismo es un virus ideológico que invade las instituciones públicas. Es importante el propio concepto de la televisión pública. No hay un periódico estatal o autonómico. ¿Por qué el Estado tiene que sufragar un medio de comunicación cuando hay empresas que pueden hacer ese papel? Pero todos los partidos lo hacen. En ese sentido, la ciudadanía debe ser consciente de que tiene que reivindicar que determinados espacios no sean ocupados por la política, y los medios de comunicación o la educación son espacios que no deberían estar ocupados por la política.

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