Más que a China, deberíamos temernos a nosotros mismos
26 octubre 2017
Como de costumbre, los diarios y telediarios han seguido el congreso del Partido Comunista Chino que ha tenido lugar estos días en Pekín con sentimientos encontrados. Por un lado admirados, o al menos consolados, por la granítica estabilidad del régimen; por otro un poco preocupados por el papel económico de primer orden que China ocupa a nivel planetario. Teniendo en cuenta sus dimensiones objetivas, en realidad que China ocupe tal lugar es sencillamente natural. Lo anómalo es el hecho de que, bajo la presión del extraordinario desarrollo de Occidente, durante casi un siglo y medio ese papel haya sido menor. 
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