Lo que se mueve tras la desaparición de Santiago Maldonado

España · Arturo Illia
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21 septiembre 2017
Santiago Maldonado es un artesano de 29 años que el 1 de agosto participó, en la localidad de la Patagonia de Ezquel, en una manifestación contra la encarcelación de Facundo Jones Huala, líder de un grupo radical, Ram (Resistencia Ancestral Mapuche), que desde hace años combate de forma violenta contra la expropiación de tierras, reclamadas por la etnia mapuche, por parte de la familia Benetton. Durante el ataque provocado por la gendarmería para disolver la manifestación, Santiago desapareció y desde entonces se le busca por todo el territorio argentino. 

Santiago Maldonado es un artesano de 29 años que el 1 de agosto participó, en la localidad de la Patagonia de Ezquel, en una manifestación contra la encarcelación de Facundo Jones Huala, líder de un grupo radical, Ram (Resistencia Ancestral Mapuche), que desde hace años combate de forma violenta contra la expropiación de tierras, reclamadas por la etnia mapuche, por parte de la familia Benetton. Durante el ataque provocado por la gendarmería para disolver la manifestación, Santiago desapareció y desde entonces se le busca por todo el territorio argentino. En los días siguientes a su desaparición hubo manifestaciones que también desembocaron en actos de violencia como los que hubo en Buenos Aires ante el Congreso de la nación el 7 de agosto.

Después de la desaparición de Julio López, un exalbañil, testigo principal de la acusación en el proceso que condenó a Miguel Etchecolaz, director de un centro de detención clandestina durante la dictadura, desaparición que tuvo lugar el 18 de septiembre de 2016, vemos que la historia se repite, puesto que se ha perdido la pista de Santiago y algunas fuentes lo dan por víctima de la acción de los gendarmes. Maldonado sería el segundo “desaparecido” en la democracia de Argentina, aunque un camionero asegura haberlo visto en la localidad de Gualeguaychù, provincia de Entre Ríos, haciendo autostop.

El caso ha vuelto a sacar a la luz la cuestión de las tierras reclamadas por los mapuche, una etnia de origen chileno que, después de masacrar a la tribu de los tehuelche, originaria en esa zona y luego perteneciente a Argentina, comenzó hace años una lucha por la posesión de esas extensiones, adquiridas en parte por la familia Benetton cuando en 1999 se las compró a un grupo de estancieros que eran los propietarios tras el reparto que siguió a la conquista del general Roca en la tristemente famosa ´Guerra del desierto´ entre 1878 y 1885, que provocó una matanza entre las etnias de origen.

Una investigadora del Instituto nacional de cuestiones indígenas ha afirmado que hasta ahora todos los intentos de diálogo con la comunidad mapuche han sido improductivos en su intento de establecer un método de reapropiación de las tierras, “en cuanto que la etnia no reconoce al estado argentino como interlocutor”. Una dirigente mapuche minimiza la acción radical del grupo Ram: “¿Qué importancia tiene un poco de fuego cuando los objetivos que están en el punto de mira son propiedad de las familias Benetton y Lewis, que delimitan los campos, nos impiden entrar para obtener agua y contaminan el suelo con yacimientos mineros e instalaciones hidroeléctricas?”.

La desaparición de Maldonado desató inmediatamente protestas en toda Argentina, pero sobre todo se ha aprovechado políticamente contra el gobierno de Macri acusándolo y comparándolo con la dictadura genocida de los años setenta. Algo absurdo e injustificable pero difundido y aprovechado sobre todo por Cristina Fernández de Kirchner, la expresidenta sonoramente derrotada en las últimas primarias, y por sus aliados históricos, como la asociación Cels, un centro de estudios de los derechos humanos dirigido por el periodista y exlíder del grupo terrorista de los Montoneros, Horacio Verbitsky (al que recientes investigaciones acusan de doble juego con los militares en los años setenta), y las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, que ya han abandonado su lucha por los derechos humanos para dedicarse a ser fervientes seguidoras del kirchnerismo.

De esta manera se ha confeccionado hábilmente un producto que, como el de la activista del movimiento Tupac Amaru, Milagros Sala, se lanza al exterior, donde parte de una cierta “izquierda progresista”, como el régimen de Maduro en Venezuela, lo compra con los ojos cerrados. De hecho, Sala está ahora bajo arresto domiciliario, después de que la detuvieran con una larguísima serie de acusaciones: participación directa e indirecta en tres homicidios, fraude al estado por casas para pobres nunca construidas (pero sí cobradas), instaurando durante años en la región de Juyuy, al norte del país, un régimen paralelo (autorizado y apoyado por los gobiernos kirchneristas) donde el poder se ejerce con amenazas, golpes y chantajes a quien no cumple las reglas que exigen una fidelidad política absoluta.

Recién elegido Macri, la ´santa´ Milagros (presentada como una víctima de persecución política) pasó a estar en el centro de investigaciones internacionales que en cambio no han resuelto ninguna culpa por parte de las autoridades gubernamentales que estaban cumpliendo con su deber judicial. De hecho, no se la ha declarado en ningún momento como presa política. El caso Maldonado es muy similar. El joven desaparece durante una manifestación organizada por personas encapuchadas a favor del movimiento violento Ram y en un primer momento aparece un testigo que declara haber visto la captura de Santiago con unos prismáticos… pero en un examen posterior más a fondo se descubre no solo que el supuesto testigo no estaba presente en el lugar de los hechos, sino que misteriosamente había perdido sus prismáticos.

Otros testimonios indican que existen muchas dudas sobre esta desaparición que en muchos aspectos parece manipulada para montar un caso de juego político por parte de un poder en descomposición que ya no sabe dónde pescar. Aunque la verdad es que tiene bastantes peces, como los representantes de los que todavía creen, desde los tiempos de la revolución cubana, que América Latina nos ha dado ejemplos de libertad y socialismo real que pueden servir de modelo para una Europa que, especialmente ahora, tal vez necesita creer en las fábulas para comenzar un nuevo “renacimiento”, pero basado en un poder popular que con el paso de los años enriquece desmesuradamente a los poderes dictatoriales, tan bellos y buenos, así como –hay que decirlo– una penetración del narcotráfico en América Latina como nunca antes se había visto. No por nada las acusaciones por la supuesta desaparición apuntan a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich (se pide su dimisión), que en el arco de tres años ha retirado a los poderes del narco y del comercio de esclavos cantidades que suman 6.800 millones de dólares.

La fábula de América Latina continuará…

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