Manchester, el reto de la barbarie
Más de 20 muertos en Manchester. La forma de actuar del yihadismo se parece, en este caso, mucho al ataque en la sala Bataclan de París. No es terrorismo low cost, en este caso ha hecho falta al menos una cierta estructura. Buscamos datos para el análisis ante una macabra rutina (Berlín, Londres, Niza, Bruselas…) que cada día nos deja más indiferentes. Como si nos cansáramos hasta de contar muertos.
Por eso, antes que cualquier descripción analítica que nos permita volver a nuestros quehaceres habituales con cierta tranquilidad, el reto es tener presente el dolor de las víctimas y de sus familiares. El nihilismo destructivo que alienta a los terroristas se extiende entre los “buenos” como olvido de la dignidad infinita de los fallecidos: el mal triunfa cuando consigue que se conviertan en nada los asesinados. Al menos un instante en el que afirmar el valor de historia personal de cada uno de los muertos y de los heridos, más allá de la muerte, nos salva de la barbarie. No es verdad que la historia de los atacados sea nada como pretenden los que matan y los que hacen daño. Un instante de conciencia sobre la humanidad de los muertos y sobre la nuestra, la toma en consideración de sus deseos y de los nuestros, esa solidaridad de las almas, quizás un suspiro de petición, es el arma esencial para no ser derrotados. Ya no estamos seguros en ningún rincón y esta plaga exige de nosotros razones suficientes para vivir y morir.
Terror en Manchester, horas después de que se hayan cerrado contratos millonarios en Arabia Saudí. No se lucha contra el yihadismo vendiendo armas a aquellos países que, de modo directo o indirecto, lo alientan. El yihadismo europeo es más difícil de combatir cuando se le da poder a ciertas apropiaciones violentas e ideológicas del islam que se producen en Oriente Próximo.