`Cuando se ha conocido la verdad, no hay vuelta atrás. Se ha entrado en el terreno de la belleza desarmada`
La presidenta del Foro de Laicos, Camino Cañón, comparte con PáginasDigital la lectura del último libro de Julián Carrón, “La belleza desarmada”, que se acaba de presentar en Madrid.
¿Qué reacción ha tenido ante el enfoque que se le da a la presencia cristiana en el libro de ´La Belleza Desarmada´?
La de quien se encuentra con algo muy bien formulado y fundamentado que expresa lo que de maneras más de andar por casa he formulado yo misma muchas veces. Por eso, mi reacción fue de gratitud.
Carrón insiste una y otra vez en que a la verdad solo se accede a través de la verdad. ¿Considera pertinente esta insistencia? ¿Por qué?
Cuando la apariencia de una afirmación es de paradoja o de círculo vicioso solo la insistencia posibilita el acercamiento buscando algo genuino y no trivial. En el caso de la verdad, se podría decir de muchos modos, la verdad la llevamos inscrita en la búsqueda no solo de nuestra razón, sino también de nuestro corazón, el ser humano para ser, para vivir como tal, necesita andar en verdad. No puede andar a oscuras, sin saber si es engaño y apariencia o si hay suelo firme. La posverdad de la que se habla estos días es una expresión más de la decadencia a la que las negaciones de la realidad, como referente de lo dicho, han llevado. Cuando se ha conocido la verdad, no hay vuelta atrás. Su búsqueda y su propuesta alcanzan a todo el vivir. Se ha entrado en el terreno de “la belleza desarmada”.
¿El proyecto ilustrado está agotado?
Si entendemos por ello la supremacía de la libertad y de la razón y la confianza ilimitada en el progreso generado por la hija mayor de la razón, que es la ciencia, diría que el proyecto está agotado. La antropología que ha generado es mecanicista y el progreso se ha revelado una amenaza para la vida humana y la vida del cosmos. Sin embargo, los caminos abiertos por las conquistas en todos esos ámbitos permanecen expectantes para ser revisitados lúcidamente, para ser conjugados con las nuevas potencialidades encerradas en los límites del propio proyecto. Hablamos de nueva modernidad y en ella de la “ciencia reflexiva” que toma en cuenta las consecuencias no deseables de la aplicación irrestricta de los resultados tecnocientíficos a la naturaleza; hablamos de razón y corazón, al modo de Pascal, que no de Descartes, para dar cuenta del quehacer científico, o del regreso de las virtudes en lugar de los principios, o de la belleza como canon de valor…
En el libro se habla del otro como un bien. ¿Qué experiencia es necesaria para llegar a esta certeza?
Solo puedo decir que en mi experiencia no hubiera podido llegar a esa certeza si no me hubiera sabido amada gratuitamente, radicalmente. El otro es un bien porque es alguien a quien amar y alguien capaz de amar, alguien que como yo ha sido radicalmente amado y por ello tiene un núcleo desde el que se sabe libre y capaz para comprometerse con otros gratuitamente en proyectos de valor donde se pueda vivir y crecer.