Si Dios quiere

Cultura · Víctor Alvarado
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13 junio 2016
La película que les presentamos viene avalada por el éxito en la taquilla italiana, donde el debate sobre ateísmo y fe se contrapone en una divertida producción.

La película que les presentamos viene avalada por el éxito en la taquilla italiana, donde el debate sobre ateísmo y fe se contrapone en una divertida producción.

La dirección corresponde a Edoardo Falcone, nacido en Roma, autor del guión de “Viva la Italia” y del libreto de una pequeña película bastante interesante como “¿Te acuerdas de mí?”, que nos recordaba que el amor es una conquista diaria. Para este arrollador debut cinematográfico, el realizador ha pensado que era posible generar un conflicto entre un prestigioso, altivo y ateo cirujano con un hijo muy creyente que quiere ser sacerdote, mostrando que el humor no está reñido con la profundidad. El realizador se muestra admirador de la comedia de su país y sus directores como Mario Monicelli, Dino Risi, Pietro Germi o Ettore Scola. El humor blanco e inteligente brilla por su presencia con ciertos toques, en momentos puntuales, que rozan la astracanada, recordando a Muñoz Seca, aunque salvando las distancias. Si a esto le añadimos unos cuantos giros argumentales, el resultado final roza el notable.

El reparto lo encabezan Marco Giallini y Alesandro Gassman, hijo del archiconocido Vittorio Gassman, lo que confirma nuestra teoría de que el enchufismo en el cine funciona, que lejos de lo anecdótico habría que decir que no sería justo no reconocer el indudable talento del actor.

El planteamiento del realizador novel no está exento de dificultades porque, a diferencia de la mayoría del cine español actual, no se hace caricatura del cura a pesar del tono cómico, siendo mostrado como ese sacerdote que todos conocemos que, con sus defectos y cualidades, orienta con cariño a sus feligreses; conoce la realidad que les rodea; se acuerda de los más necesitados; es un buen amigo capaz de ver más allá. Te plantea la vocación, pero dejando libertad y respetando las decisiones individuales. Nos ha gustado particularmente cómo es mostrada la juventud que está harta de todo y se encuentra vacía y que tiene la valentía de hacerse preguntas y tener ciertos gestos para cambiar su vida de otra manera, convirtiéndose en seguidor de Jesucristo.

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