Derecho, torcido, y ´prejuicios pequeño-burgueses´
El embudo que conduce al éxito de la parodia de redención social conocida como socialismo marxista se facilita con la expresión ´prejuicios pequeño-burgueses´. Estas palabritas descalifican los fundamentos morales mismos –derechos humanos incluidos– de la democracia moderna.
Para quien adopta esa propuesta ideológica con todas sus consecuencias (´sin prejuicios pequeño-burgueses´, escribía el torvo Lenin), el aparato legal del Derecho es utilizable en defensa de delincuentes que cometen sus fechorías para financiar la revolución, o sus leyes internacionales se enarbolan para amparar gobiernos forajidos en nombre de palabras tan dignas como Soberanía, o Autodeterminación de los Pueblos, y para preservar las obesas cuentas bancarias de los corruptos dirigentes que se auto-recompensan como ´premio por sus sacrificios´. Pero cuando un ente de diferente pensamiento político les estorba, no hay ley que le proteja ni Derecho que le defienda. Y una vez transformado el proyecto revolucionario en régimen totalitario, todo prejuicio pequeño-burgués, como la importancia de la familia, el derecho a la vida, la propiedad, la libertad de expresión y de educación, va al pipote de basura sacrificado en aras de los ideales revolucionarios.
En este oscuro momento de nuestra historia venezolana vemos ese embudo de la legalidad revolucionaria en toda su nítida perversidad y fariseísmo. Vigilemos su funcionamiento y no nos cansemos de denunciarlo, no sea que la nación se acostumbre a usarlo como suele suceder.