Europa, un nuevo inicio
En la segunda jornada de EncuentroMadrid ha tenido lugar la conferencia central de esta edición, en la que Costantino Esposito, catedrático de Filosofía de la Universidad de Bari (Italia), y Mikel Azurmendi, profesor de Antropología de la Universidad del País Vasco, han dialogado sobre el lema, “Europa, un nuevo inicio”, en un acto moderado por David Blázquez, colaborador de El Mundo.
Los fundamentos de Europa se tambalean. La discusión sobre el ideal europeo es hoy más real y más necesaria que nunca. La situación social, política y económica del viejo continente no da más tregua: es imprescindible una reflexión profunda sobre los fundamentos de la convivencia de un continente que afronta retos de primer orden. “Y esta es la tarea de EncuentroMadrid”, ha destacado David Blázquez, encargado de moderar la conferencia que ha reflexionado sobre el futuro de Europa. “Este tiempo nos obliga a cuestionarnos, a preguntarnos, estar atentos. Ante la crisis económica y de refugiados, la constante sensación de inseguridad, el terrorismo plasmado en unos terribles atentados, los dramáticos indicadores sociales (que nos dicen que cuatro millones de personas se sienten solas o que 4.000 se quitaron la vida en 2015), ¿cómo se levanta uno por la mañana? ¿Cómo ir al trabajo con el deseo de construir?”.
A esta primera provocación ha contestado Mikel Azurmendi, profesor de Antropología en la Universidad del País Vasco. “Lo más increíble de EncuentroMadrid es que venimos a dejarnos convencer. Es un diálogo verdadero, que introduce una novedad. Durante toda mi vida he defendido los derechos humanos desde mis ideas, mis creencias y mi proceso histórico”, ha reconocido el vasco, que ha vivido gran parte de su vida amenazado por el terrorismo etarra. Para Azurmendi, el problema viene de la Ilustración, que “nos ha aislado, alejándonos de los que nos enseñaron a pensar: se han disuelto nuestros vínculos y hoy somos pequeñas esferas incapaces de comunicarnos. Libres para hacer cualquier cosa mientras no moleste a nadie. Así, ‘nos une lo que nos separa’”.
En cambio, para Costantino Esposito, la Ilustración es un punto de partida. Pero diferencia entre ésta y su ideología: “El cristianismo está en crisis, y el pensamiento ilustrado, en cuanto a ideología, a pensamiento a priori, también. Pero en realidad propone una apertura, una búsqueda de la razón de las cosas, una pregunta por el sentido último de la realidad. Tenemos que retomar esta concepción, abrir la inteligencia para que la realidad nos hable, nos comunique su significado”. Según el italiano, el punto fundamental es la pregunta sobre la naturaleza humana. Para Azurmendi, la pregunta tiene más que ver con la ética: “¿Qué clase de vida tenemos que llevar para que el mundo sea mejor desde que existimos nosotros? De lo que hacemos, ¿qué merece ser eterno? Si no hubiera nacido, ¿qué se perdería el mundo? ¿Cómo mejoramos el mundo? ¡Con nuestra aportación, buscando una vida buena!”.
El antropólogo, al destacar la dimensión teleológica de la vida, ha apuntado al “fin” de la existencia: “La vida de todo hombre persigue un fin. En mi caso, después de vivir una experiencia cercana al suicidio, me dije: ‘Todavía me queda mucho bien por hacer’. El fin se logra a través de las virtudes, de forjar el carácter. Pero en nuestro panorama moral sólo encontramos individuos incomunicados, que se ponen caretas (una expresión de Nietzsche) y van determinando sus roles a cada instante”.
¿Puede bastar la naturaleza por sí sola para vivir? La naturaleza humana, nuestro deseo, nuestra inteligencia, nuestra afectividad… ¿se bastan por sí mismos? “En Europa ha vencido la respuesta afirmativa. Nos bastamos, somos autosuficientes. Es el riesgo de la abstracción”, ha defendido Esposito, a la vez que Azurmendi criticaba el “puro buenismo” que acaba en un “sentimentalismo absurdo” que no llega al fondo de la compasión ni a su sentido. “Por eso creo que la vocación de Europa es la razón. No es una respuesta abstracta, filosófica, sino que es una vocación a que el yo que somos cada uno de nosotros se relacione con la realidad. Y aun a riesgo de ser impopular, me mojo: el corazón de la crisis y de este nuevo inicio que queremos construir es un problema de percepción, no de estrategia o de tareas. No es un problema moral, sino de apertura: la libertad se juega en la disponibilidad de nuestra razón ante las cosas, ante los encuentros, ante los imprevistos”, ha destacado Esposito, haciendo referencia a la importancia del Misterio como “forma de ver lo invisible”. “El misterio no es para hombres devotos, sino para hombres racionales, que constatan que hay cosas en la realidad que escapan a su cálculo y medida. Si no lo reconocemos no es que nos perdamos lo invisible… ¡es que nos perdemos lo visible!”.
Por último, Azurmendi ha destacado que para que exista un nuevo inicio deben “generalizarse las prácticas personales y comunitarias de la vida buena” y nosotros debemos “sostener la esperanza social”: “Hoy, aquí en EncuentroMadrid, digo: ¡aquí hay esperanza! ¡Aquí pasa algo! Esto es lo que hay que exportar”. “¡Verdaderamente hay un sentido por el que yo estoy en el mundo! Tiene un sentido. La verdad sucede, nos espera para suceder, por ese motivo nuestro tiempo, que es un tiempo de crisis, me gusta tanto. Porque es el nuestro: el que nos ha sido dado. Veamos de qué modo la verdad nos reclama y solicita”, ha concluido Costantino Esposito.