El hijo de Saúl

Cultura · Juan Orellana
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12 enero 2016
Polonia, 1944. Saúl Ausländer (Géza Röhrig) es un prisionero judío húngaro que es obligado a trabajar en los hornos crematorios de Auschwitz. Un día descubre entre los que van a ser incinerados el cuerpo de un joven a quien Saúl cree su hijo. Entonces lo oculta y busca un rabino para poder enterrarlo con dignidad. Todos sus compañeros le empiezan a considerar como un loco, que además pone en peligro sus planes de fuga.

Polonia, 1944. Saúl Ausländer (Géza Röhrig) es un prisionero judío húngaro que es obligado a trabajar en los hornos crematorios de Auschwitz. Un día descubre entre los que van a ser incinerados el cuerpo de un joven a quien Saúl cree su hijo. Entonces lo oculta y busca un rabino para poder enterrarlo con dignidad. Todos sus compañeros le empiezan a considerar como un loco, que además pone en peligro sus planes de fuga.

Sorprendente opera prima del húngaro László Nemes (Budapest, 1977). Sus padres se instalaron en París huyendo del comunismo, con lo que Nemes tuvo una educación en gran parte francesa. Aprendió el oficio de la mano del cineasta Béla Tarr, quien le enseñó a mirar la realidad de una forma más artística. Quizá por ello esta película no se parezca a nada de lo que se ha hecho anteriormente sobre el Holocausto.

Casi toda la película está rodada desde el punto de vista del protagonista, casi como una sucesión de largos planos subjetivos. A esta arriesgada fórmula narrativa se añade la escasa profundidad de campo de los encuadres, que nos obliga a ver desenfocadas las escenas más terribles del exterminio de los judíos en las cámaras de gas. Se trata de una opción más ética que estética, ya que pone al espectador frente a esa tragedia moral sin hacer de ello un espectáculo. Por otra parte, el argumento mismo nos muestra a un hombre que por creer incondicionalmente en la dignidad de un ser humano particular acaba convirtiéndose en un loco a los ojos de propios y ajenos. Quizá por ello el director declara: “En una historia tan oscura como la aquí narrada, creo que también se palpa un gran sentimiento de esperanza: a través de la pérdida total de la integridad, de los valores y de la religión, un hombre comienza a escuchar una débil voz en su interior, que le empuja a realizar una hazaña aparentemente vana e inútil, para terminar encontrando moralidad y un afán de supervivencia en su interior”.

El hijo de Saúl obtuvo el Gran Premio del Jurado y Premio Fipresci en el pasado Festival de Cannes, y ha sido seleccionada por Hungría para los Oscar, en los que parte como una de las favoritas en la categoría de Película de habla no inglesa.

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