Escenario tras los pactos: datos y preguntas

España · Benigno Blanco
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23 junio 2015
Tras las elecciones territoriales y los pactos de gobierno, se abre un escenario novedoso en la política española lleno de incertidumbres pero que aporta algunos datos novedosos y suscita preguntas que hoy no podemos contestar pero que conviene formularse para ir observando cómo la realidad las responde, pues analizando estas cuestiones podremos ir formándonos criterio sobre el próximo futuro.

Tras las elecciones territoriales y los pactos de gobierno, se abre un escenario novedoso en la política española lleno de incertidumbres pero que aporta algunos datos novedosos y suscita preguntas que hoy no podemos contestar pero que conviene formularse para ir observando cómo la realidad las responde, pues analizando estas cuestiones podremos ir formándonos criterio sobre el próximo futuro.

Más allá del dato ya consolidado de que una nueva izquierda procedente de las fronteras exteriores del sistema se abre paso y toca poder, me parece muy significativa para el futuro la constatación de que, ¡por fin!, el PP cuenta con alguien significativo y no nacionalista con quien puede pactar mayorías de gobierno, Ciudadanos. Este dato –de consolidarse Ciudadanos como un partido de largo recorrido– puede ser muy relevante y revolucionario en la política española, pues el PP ya no dependerá necesariamente de mayorías absolutas como requisito imprescindible para gobernar en los territorios (y quizá en la nación). Y además, tanto PP como PSOE tendrán que descubrir la cultura política del pacto, al menos como eventualidad que hay que cuidar; incluso a lo mejor el PP se acostumbra a ser amable en su forma de hacer política y gobernar. ¡Esto sería un gran avance en la democracia española: que los partidos mayoritarios hablen, expliquen, razonen y justifiquen –aunque sea por necesidad: seducir a un eventual aliado future– lo que hacen!

Otro dato de gran relieve para el próximo futuro es la extensión a todo el arco mediterráneo, a todo el histórico reino de Aragón, de un nacionalismo izquierdista de fuerte impronta marxista y laicista que accede al poder en la Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón y Cataluña. Su llegada al poder, ¿será su muerte en el medio plazo al comprobar los ciudadanos su incapacidad de Gobierno como le sucedió a Bildu en el País Vasco o tendremos tensiones independentistas al sur del Ebro también? A este fenómeno se añade el preocupante escenario creado en Navarra donde el radicalismo euskaldún llega al poder en la misma medida en que retrocede en el País Vasco. ¿El PNV se dejará arrastrar por la dinámica catalana y navarra o se mantendrá en su postura actual de conservación del chiringuito? En los próximos cuatro años el independentismo en España se juega su futuro para largo tiempo: o se estrella para una larga temporada o se convierte en un problema muy grave para ya. Mucho dependerá de si el PP y el Gobierno de Rajoy son capaces de analizar y afrontar este problema seriamente y más allá de los formalismos jurídicos constitucionales.

Una nueva generación –mental, no solo de edad– ha llegado al poder muniicpal y autonómico como sucedió en 1982. ¿Se integrarán en la normalidad democrática y constitucional de una sociedad pluralista como hicieron los chicos de ´la pana´ del 82 o asistiremos a la creación de un nuevo poder de tipo soviético, revolucionario, en el seno de las instituciones? No tenemos datos a día de hoy para responder a esta pregunta, aunque sí sabemos que si el PP gobernante tiene capacidad de análisis y altura de miras, este no debería ser un problema de largo alcance para nuestra democracia. Pero si no es así –y es legítima la duda a la luz de los antecedents–, tenemos un problema serio.

Ante estos problemas presentes o potenciales, no queda otro remedio que preguntarse si los partidos hasta ahora mayoritarios están en condiciones de afrontarlos. Sinceramente no lo sé. Veo al PSOE de Pedro Sánchez muy desnortado. Ha logrado tapar el efecto pernicioso de su debacle electoral (mayor que la del PP) bajo la apariencia estética de recuperar poder… pero a un precio que nadie sabe cuál puede ser, pues se ha aliado con quienes quieren matarle y pueden aprovechar el banquete de bodas para comérselo. No veo en Pedro Sánchez la claridad de ideas ni la estrategia necesarias para subsistir en este tablero de ajedrez tan convulso en que las elecciones le han instalado.

Y llegamos por fin al PP, responsable en gran medida de este escenario y quizá pagano del mimo. El PP gobernante de Rajoy abandonó la política y el debate ideológico desde su llegada al poder para limitarse a administrar las cuentas comunes. Ese abandono de la política por parte del PP y del Gobierno ha generado un vacío que han llenado otros, porque en política los vacíos se llenan como en la dinámica de fluidos. ¿Está a tiempo el PP de rectificar este error? Lo dudo, pues no he visto ningún síntoma en estos últimos días de que sean conscientes del problema. He oído decir que van a cambiar, que quieren comunicar mejor, que van a ser más humildes, que quieren explicarse, etc; pero no he oído de su boca ningún diagnóstico mínimamente analítico y serio de cuáles han sido sus errores.

Para hacer un propósito de enmienda eficaz es imprescindible antes el examen de conciencia que lleve a identificar de verdad y con cruel sinceridad los propios pecados. Ese examen de conciencia el PP sigue sin hacerlo (que se sepa)… y, por tanto, sus proclamas sobre enmienda no son creíbles ni serias.

Estamos a tiempo. Tras las elecciones y los pactos es posible reconducir la historia común hacia caminos de sensatez. Pero para ello es imprescindible que quien nos gobierna se aclare y haga un buen diagnóstico, para empezar de su propio y particular fracaso estrepitoso. España necesita un PP que haga política y no solo administración económica de la Hacienda Pública, España necesita que exista un partido que represente sin complejos el espectro ideológico que hasta ahora había encontrado su voz en el PP. Si el PP se niega –como ha hecho últimamente– a cumplir estas funciones, generará un vacío que determinará su insignificancia electoral progresiva y su sustitución por alguien que ocupe ese trono abandonado.

Muchas cosas importantes están en juego. Es tiempo de líderes e ideas claras.

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