¿Sorpresa por el sí de la católica Irlanda? Joyce ya lo anunció en 1914

Cultura · Silvia Ballabio
Me gusta 135
29 mayo 2015
El referéndum popular a favor de los matrimonios homosexuales en Irlanda aprobado con un 62,1% delos votos ha convertido a Irlanda en el 22º país del mundo en reconocer las uniones entre personas del mismo sexo. La cosa ha tenido cierta resonancia para no ser el primer estado que aprueba este tipo de legislación. Las razones son dos, en mi opinión: una es la forma de consulta popular, que evidentemente ha hecho emerger la opinión dominante; la segunda, quizás subyacente, que Irlanda sería una nación católica. De ahí el “escándalo”. 

El referéndum popular a favor de los matrimonios homosexuales en Irlanda aprobado con un 62,1% delos votos ha convertido a Irlanda en el 22º país del mundo en reconocer las uniones entre personas del mismo sexo. La cosa ha tenido cierta resonancia para no ser el primer estado que aprueba este tipo de legislación. Las razones son dos, en mi opinión: una es la forma de consulta popular, que evidentemente ha hecho emerger la opinión dominante; la segunda, quizás subyacente, que Irlanda sería una nación católica. De ahí el “escándalo”. Ciertamente, ha ocurrido algo grave, pero en absoluto imprevisible o no anunciado. Y no solo en los sondeos previos al referéndum.

En el lejano 1914, James Joyce publicaba Dublineses, una colección de 15 relatos cuyos protagonistas, desde el niño con el sacerdote católico moribundo en “Las hermanas”, la primera historia, hasta el hombre maduro en la última, “Los muertos”, debían ayudar al autor a escribir “un capítulo de la vida moral de mi país”, concretamente en Dublín, como “centro de la parálisis”. Ya sea con la desilusión de un amor inmaduro en “Arabia”, con los intentos de Mrs. Mooney de casar a su hija en “La casa de huéspedes”, con el alcoholismo de un padre y marido violento en “Duplicados”, o con la decepción de Gabriel Conroy en “Los muertos”, hizo sonar una campana de muerte para todos; ningún dublinés podía escapar a la sofocante influencia de la Iglesia católica.

“A mayor gracia de Dios”, la penúltima historia, que originalmente iba a ser la última, es particularmente explícita y casi cruel a este respecto. Mr. Kernan, el protagonista, se emborracha, se cae por las escaleras, se hiere en la boca y se despierta rodeado de amigos píos que tienen la buena intención de devolverlo al camino recto, que ha perdido totalmente. Kernan farfulla respuestas que se adecúan a las palabras del predicador en el retiro al que sus salvadores le invitan, convencidos por experiencia de que “el clero católico es honrado en todo el mundo”. Pero tanto los salvadores de Mr. Kernan como el padre Purdon se muestran en el retiro progresiva y clamorosamente ignorantes de la fe católica que profesan.

Que todos los actores de este teatro sean tan ignorantes de la fe que profesan, que cuenten además historias nefastas y erróneas, es sin embargo algo irrelevante. No importa, lo que importa es convertir a Kernan en un “buen católico romano, pío, santo y temeroso de Dios”, y hacerlo pronto. En definitiva, lo importante es que el discurso religioso llegue y que las dudas y preguntas de Kernan, que honestamente no son especialmente brillantes y no pasan de balbuceos, sean rápidamente acalladas para salvarle de ese peso y dejarle exactamente igual que al principio de la historia, cuando Kernan cae al suelo después de su caída por las escaleras.

La tragedia de una Irlanda católica solo en sus formas estaba ya toda allí, en esa genialidad irreverente y profética de un hijo de Irlanda, una voz que gritaba en el desierto, que declaraba ya a principios del siglo XX que el rey, si bien aún no estaba desnudo, iba vestido con ropajes miserables y robados. La religión reducida a moral y elenco de dogmas es un mísero hábito que sufre rápidamente el paso del tiempo, todo lo contrario de la religión como amor a Cristo que arropa aún hoy a los mártires de nuestro tiempo.

La esperanza de Irlanda hoy, y no solo de Irlanda, está en los mártires de Iraq, Siria y Tierra Santa, “la periferia donde Jesús comenzó su predicación, y de allí volverá a partir el Evangelio de la Resurrección” (Papa Francisco, Regina Coeli, 6 de abril de 2015). La alternativa al anuncio que tantas veces repite Bergoglio es que la fe sea solo un motivo de escándalo o debate, pero no de vida.

Noticias relacionadas

Mi Vargas Llosa
Cultura · Antonio R. Rubio Plo | 0
Vargas Llosa fue un gran lector, un hombre que desde niño supo apreciar a los clásicos, bien fueran Madame Bovary o el Quijote. Los clásicos son absolutamente imprescindibles para la formación de un escritor...
15 abril 2025 | Me gusta 1
Por qué el gran Gatsby siempre será actual
Cultura · Antonio R. Rubio Plo | 0
Hace un siglo, en abril de 1925, se publicó una de las novelas más brillantes de la literatura norteamericana, El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald. A lo largo del tiempo, el cine hizo popular esta historia gracias a las interpretaciones de actores de buen físico, que supieron recrear este...
8 abril 2025 | Me gusta 1
Unas cartas de Alexis de Tocqueville
Cultura · Antonio R. Rubio Plo | 0
Alexis de Tocqueville era un hombre que se adaptaba a las circunstancias, no por oportunismo sino por reconocimiento del principio de realidad....
28 marzo 2025 | Me gusta 1