Trash. Ladrones de esperanza
Está dirigida por un valor seguro como Stephen Daldry, al que recordamos por excelentes películas como Billy Elliot y El lector. Varios de sus trabajos han sido nominados a los Óscar. Seguro que les suenan títulos como Las horas o Tan fuerte, tan cerca. Dos de las protagonistas de sus películas obtuvieron la ansiada estatuilla (Nicole Kidman y Kate Winslet). El realizador adapta una novela de Andy Mulligan, llamada Los reyes de la basura. En su planteamiento recuerda a Slumdog millonaire. El cineasta imprime a la historia una velocidad endiablada, manteniendo la tensión de principio a fin. Dosifica la información inteligentemente y compagina la aventura, el drama y la intriga con maestría.
Cuenta la historia de tres chavales que se encuentran una cartera con información sensible que puede afectar a las altas esferas, lo que les coloca en una situación complicada.
En el reparto destacan la actriz Rooney Mara junto a todo un ´veterano´ de la Guerra del Vietnam, que participó en Apocalipsis Now. Su nombre es Martin y su apellido Sheen. Se trata de un actor que, después de una vida desastrosa, se convirtió al catolicismo y, de vez en cuando, participa en largometrajes en los que la religión juega un importante papel. Si hace unos años fue la estrella de The Way que habla sobre la peregrinación a Santiago de Compostela, en Trash. Ladrones de esperanza da vida a un misionero de carne y hueso con fortalezas y debilidades. Como dato curioso, se contó con Fernando Meirelles, autor de Ciudad de Dios, ambientada en las favelas brasileñas, pues ya tenía experiencia con actores no profesionales como las auténticas estrellas de esta película: Rickson Tevez, Eduardo Luis y Gabriel Weinstein. Los tres están esplendidos.
El autor de largometraje ha conseguido hacer algo difícil, contar una historia comercial que no está reñida con la profundidad. Deja meridianamente clara la abnegada labor de la Iglesia con los más desfavorecidos de la sociedad. La Biblia que aparece de modo continuado en la cinta siempre ofrece dobles lecturas, una mundana y otra más espiritual. La cinta muestra la importante huella de fe que un sacerdote y una voluntaria dejan en los chavales que no la pierden ante las dificultades, agradeciendo los favores que Dios les concede y confiando en la Providencia. La lista de valores de esta producción un tanto violenta (necesaria para mostrar cómo se las gastan en esos países) es interminable como por ejemplo: la generosidad, el perdón, la caridad, la amistad, la lealtad y la valentía.
Finalmente, la anécdota la encontramos en que se creó un vertedero artificial mediante cartones y envases de plástico para evitar la transmisión de enfermedades.